CAPÍTULO 20

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Seung Hyun apenas fue capaz de decir aquello, antes de sentir esos esponjados labios teñidos de carmín barriendo sus propios labios, acariciándole tiernamente al principio, aleteando con un poco de más y más fuerza conforme los minutos pasaban, hasta llegar al punto en que comenzaban a devorarle con necesidad y pasión.


Ronroneando desde el fondo de su garganta, el mayor tomó entre sus amplias manos el redondeado trasero enfundado en aquel ajustado vestido, estrujándolo con la suficiente fuerza como para conseguir que un cadencioso gemido se desprendiese de los sedosos labios del más bajo luego de que se separaran con brusquedad.



—¿Planeas simplemente tocarme, sin siquiera decirme cómo luzco, oppa? — ronroneó el más joven mientras se separaba lentamente e iba en dirección a la cama.


—Luces bellísima, linda...— murmuró siguiéndole el juego— La mujer más hermosa que visto nunca.


—¿Dime algo, mi cuerpo te parece bonito? — murmuró en tono sugerente mientras se sentaba sobre la cama y cruzaba sus largas piernas, mostrando parcialmente un poco de lo que parecía ser ropa íntima de encaje.

—No solo me parece bonito...— dijo acercándose, consiguiendo que el de largos cabellos cobrizos suavemente se fuese recostando en la cama mientras aquel duro cuerpo se inclinaba sobre él— Me parece sumamente sensual.


Los labios de Seung Hyun buscaron con desesperación aquellos manchados del más delgado, mismos que se entreabrieron con impaciencia y se ciñeron a la perfección apenas hicieron contacto. La escurridiza lengua del menor abanicó agresivamente, como si fuese una enfadada cobra, misma que consiguió despertar el interés de aquella otra cálida lengua de suaves movimientos.

Gimiendo, el mayor acarició una de esas largas piernas, ascendiendo con lentitud hasta escabullir su mano dentro del diminuto vestido, palpando la frágil tela de encaje que se empapaba minuto a minuto de líquido preeyaculatorio proveniente de aquella marcada erección. Cadenciosos gemidos fueron los que acariciaron el oído del pelinegro mientras éste se dedicaba a besar con dedicación aquellos pecaminosos labios. Separándose lo suficiente como para mirarse, el más robusto sonrió ante la imagen que tenía frente a él. Aquella etérea criatura le miraba con ese par de ojos color caramelo derretido mientras una sonrisa lasciva se extendía en esos preciosos labios, elevando a la vez los finos pómulos color rosa.


—Hace mucho calor. — gimió el de largo cabello— Oppa, hace tanto calor.

—¿De verdad? — el otro asintió— ¿Qué podríamos hacer al respecto? — inquirió fingiendo inocencia.


—Haz que pare.


—Lo haré...— prometió.



Lo siguiente que Ji Yong supo fue que las grandes manos del mayor subían con una lentitud tortuosa la ajustada prenda que le cubría, dejando a su deleite aquella zona íntima cubierta por el débil encaje negro que dejaba traslucir aquel pedazo de carne, erecto y necesitado.

El vestido había sido arriscado al nivel de la angosta cintura, mostrando más piel de la que una 'dama' podría ser capaz de mostrar. Inclinándose lo suficiente, Seung Hyun tomó una de las largas piernas, comenzando a repartir tenues besos sobre la pálida piel, presionando sus labios y succionando lo suficiente como para dejar leves marcas rosáceas.


Las caricias fueron ascendiendo hasta el punto en que la larga pierna descansaba sobre el ancho hombro del mayor, mientras éste mordisqueaba el muslo interno y acariciaba con una de sus manos la humedecida tela de encaje, arrebatándole al menor tenues gemidos que simplemente conseguían alentar su libido.



—Este tipo de cosas me vuelven loco.— comentó roncamente el mayor, refiriéndose al gentil encaje mientras con sus largos dedos deslizaba la diminuta prenda hacia abajo, pasándola por ese par de piernas lechosas que nada tenían que envidiarle a una mujer.

AMOR POR CATÁLOGOWhere stories live. Discover now