CAPÍTULO 25

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Carraspeando profundamente, el esbelto hombre de cabellos oscuros se detuvo frente a aquel restaurante, mirando a través del grueso cristal, encontrando en una mesa alejada a aquella persona con la que había acordado una reunión. Ingresando al local con aquel fino porte y elegantes movimientos, consiguió que el maître le condujera hacia el sitio indicado, en donde aquel extraño caballero de ojos oscuros le esperaba.

Estando frente al maduro hombre, sus cejas se fruncieron en desconcierto al percibir la queda preocupación latente en los esculpidos rasgos. Tomando la carta de platillos, fingió genuino interés mientras un joven mesero de cabellos castaños se acercaba y descorchaba una botella de vino.

—¿Puedo saber cuál es la urgencia de esta reunión? — inquirió luego de que el mesero se retirara con una pomposa reverencia.

—Es tu padre.

—Lo supuse. — interrumpió— ¿Cuál es el problema? — bebió de su larga copa la espesa sustancia de color borgoña.

—Él lo sabe...— el menor le miró fijamente— Tu padre sabe que trato contigo. — aclaró.

—¿Acaso tú...?— deliberó.

—¡No! — se apresuró en responder— Es sólo que lo conozco.

—¿Qué te hace pensar que sospecha de nosotros?

—Contactó conmigo. — admitió— Ordenó que parara la investigación. No dijo nada al respecto sobre las fotografías y los informes que he estado enviándole. — suspiró— Sabes tan bien como yo que tu padre no retrocede en sus decisiones. Temo que esté siguiéndome. — admitió sin entusiasmo.

Ji Yong sabía que su padre estaba dispuesto a lo que fuese con tal de salirse con la suya, aún si eso conllevaba sacrificar a uno que otro de sus mejores hombres. Para el jefe de la familia Kwon jamás habían existido obstáculos, y si los había él se encargaba de aniquilarlos. Le inquietaba el hecho de que el viejo hubiese prescindido de uno de sus mejores hombres, siendo éste una persona que le había servido durante tantos años y que le había remunerado perfectamente cada centavo que le había sido pagado.

Un lento suspiro abandonó su sistema mientras miraba inexpresivo el apetitoso plato. Alzando la mirada, encontró esos alarmados ojos marrones, los cuales suplicaban por una respuesta a su silencioso problema.

—Voy a sacarte a ti y a tu familia del país por un tiempo.

—¿Crees que eso detendrá a tu padre? — inquirió con un poco más de fuerza de la necesaria— ¡Lo conoces tan bien como yo! Si él cree que lo he traicionado, acabará conmigo, y nadie mejor que yo sabe sobre sus métodos.

—Voy a sacarte...— repitió— Y a enviarte a un lugar seguro en donde no te encuentre.

—Ji Yong, por primera vez estoy del otro lado y es horrible. Aterrador. — admitió. Alzándose de su sitio, el joven alisó las solapas de su saco y le miró detenidamente.

—Tranquilo, John. Yo me encargaré de todo. — sentenció antes de girar sobre sus talones y disponerse a salir, sólo para escuchar la voz del hombre a sus espaldas.

—Es posible que alguien más esté tras él, Ji Yong. No soy el único que hace lo que sea por dinero.

Sus largos dedos se ciñeron alrededor del volante del auto, con la suficiente fuerza como para que sus nudillos se tornasen blancos y el sonido del plástico contra su piel produjera un ligero sonido chirriante. Una profunda maldición abandonó sus labios mientras sus ojos se cerraban por breves instantes, apenas los suficientes como para no lograr desorientarlo en su labor. Estacionando el auto en el subterráneo, descendió sólo para encaminarse hasta el ascensor del edificio, parando en seco al encontrarse con una alta silueta un tanto robusta. Tensando la mandíbula, se obligó a sí mismo a alzar la barbilla mientras se disponía a reanudar su marcha, proponiéndose pasar de largo a aquel individuo de cabello cenizo, viéndose retenido.

AMOR POR CATÁLOGOWhere stories live. Discover now