CAPÍTULO 26

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Un lento suspiró abandono sus labios mientras se reclinaba contra el marco de la puerta de aquella infantil habitación; observando detenidamente a aquel gigantesco hombre que desentonaba entre los edredones y cojines rosados teniendo entre sus brazos un diminuto cuerpecillo. Acercándose silenciosamente, se reclinó sobre la niña de cabellos castaños tan solo para dejar un gentil beso sobre su frente. Repitió el acto con el padre de la niña antes de encargarse de la lámpara al costado de la cama y salir al final.

Las escasas luces de la ciudad se filtraban a través del gigantesco ventanal que daba vista a la sala. Andando con pereza, se dejó caer sobre el cómodo sofá mientras se permitía cerrar los ojos y relajar sus contraídos músculos por primera vez durante todo el día.

Sabía que había actuado precipitadamente, sin embargo, debía dejar claro de una vez por todas que no estaba dispuesto a seguir los pasos de su padre, así como tampoco estaba dispuesto a dejar que pisotearan sus intereses. Absolutamente nada iba a impedir que siguiera con el camino que había elegido. No permitiría que le arrebataran lo único que le había hecho verdaderamente feliz.

Debió ser muy malo para que estés así...— un grave murmullo a sus espaldas le hizo alzarse y girarse hacia dónde provenía el sonido— ¿Estás bien?

—Algo así...— frunció el entrecejo. Levantándose, fue al encuentro del más alto quien simplemente le observó en silencio hasta tenerlo tan cerca que podía percibir el aroma a uva en su aliento— Pero no importa demasiado. — sacudió los hombros con fingido desinterés— Dijiste que tenías algo que decir. Que no te conocía lo suficiente.

—No creo que sea el mejor momento ahora...— suspiró lentamente mientras alzaba la mano y delineaba con los dedos las delgadas cejas, presionando sobre la pequeña arruga entre ambas.

—¿Cuánto entonces?

—Después. Quizás mañana, o más tarde.

En aquel momento, Ji Yong consideraba que lo último que importaba eran las explicaciones. Sabía que el mayor tenía algo importante que decir, lo sabía por el ansia en su mirada y la tensión de sus acciones. Sin embargo, en ese preciso instante, lo único que quería era poner la cabeza sobre la almohada y dormir por mil horas mientras sentía los brazos del mayor a su alrededor. Se sentía cansado, y no sólo físicamente sino también emocionalmente.

Abandonándose entre los brazos del más alto, permitió que éste le escoltara hacia la habitación principal, en donde se escabulleron y atrincheraron. Ni siquiera fueron necesarias las palabras. Con una sola mirada, el millonario le comunicó sus deseos al alma más vieja. Cerrando los ojos, permitió que, con parsimonia, le fuera despojado de sus ropajes. La costosa tela cayó a sus pies en silencio, mientras el ansia y el deseo se escabullían por debajo de su piel.

Yaciendo sobre la cómoda cama de sábanas blancas, Ji Yong respiró por la boca mientras notaba cómo el hombre más alto se deshacía de sus ligeras prendas para después recostarse sobre él. Le obligó a soportar su peso, y fue entonces que el más joven pensó que nada en el mundo se sentía mejor que eso. Se permitió cerrar los ojos mientras el calor crecía y se expandía a lo largo de su cuerpo mientras sentía cómo la templada y suave piel de aquel hombre acariciaba gentilmente la suya. Simples roces e inocentes caricias. Sonrió mientras una lágrima surcaba su mejilla.

Su rostro se escabulló entre el hueco que formaba el cuello y hombro del mayor, e inhaló con fuerza, complaciendo su culposa adicción de aquel aroma a sándalo. Gimió perezosamente mientras sentía cómo los labios de aquel ser se atrevían a barrer encima de su pezón rosado, dejando un ligero rastro de traslucida saliva, así como también una ligera sensación de escalofrío.

AMOR POR CATÁLOGOМесто, где живут истории. Откройте их для себя