CAPÍTULO 19

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Aquellos labios rosados se ciñeron a los suyos, arrancándole un beso abrasador que simplemente consiguió hacer que le diera vueltas la cabeza mientras sus sentidos se embriagan con el dulce aroma de los mechones de cabello del mayor. Sus propias manos temblaron ante la sensación de ese duro cuerpo contra el suyo, consiguiendo que las rosas que había estado sosteniendo, cayesen al piso en un ruido sordo. Un gutural gruñido emergió desde la garganta del millonario mientras sentía al mayor apartarse suavemente de sus labios, privándole de un instante de sus exquisitos y expertos besos.


—No creí que algún día podría estar así, besando a un hombre. — una suave y sincera sonrisa se extendió en los delgados y rosados labios del mayor.

—Yo jamás creí que podría besar a alguien por algo más que deseo. — apenas al decir aquello, sus pálidas mejillas adquirieron un notable color carmín.

—Y henos aquí...— murmuró el pelinegro sintiendo cómo Ji Yong acurrucaba su rostro en su pecho y lo rodeaba con sus brazos, en un abrazo firme.

—¿Y ahora qué? — el melodioso tono del millonario consiguió erizar cada célula viva en el mayor. Apartándose lo suficiente como para mirarle, Ji Yong se encontró con esa preciosa sonrisa sincera que bailaba en los exquisitos labios del pelinegro.

—No sé, podríamos simplemente quedarnos así o... — el millonario mordió su labio inferior.

—Podríamos hacer algo más...— sugirió mientras sonreía coquetamente.


Las carcajadas resonaron dentro de la espaciosa oficina, dándoles de pronto la plena consciencia del momento. Estaban disfrutando, sin tener que estar necesariamente desnudos en una cama. Separándose lo suficiente, Ji Yong se agachó para tomar el ramo de rosas que el más alto había llevado para él, llevándolas directamente hacia su rostro, oliendo ese aroma natural. Sonrió sinceramente mientras las ponía sobre su escritorio y después se apoyaba contra éste, mirando directo a ese par de ojos oscuros que le observaban a detalle. Le hizo el gesto con su dedo índice para que se acercara, cosa que el mayor hizo. Sonriendo suavemente, rodeó el cuello del más alto mientras ladeaba la cabeza y atrapaba entre sus labios el tierno lóbulo y descendía lentamente, acariciando con sus acolchados labios la sensible piel, sintiendo un ligero estremecimiento por parte del mayor, quien simplemente se limitó a acariciar su cadera por sobre la chaqueta de cuero.

Seung Hyun cerró los ojos mientras se relamía los labios y sentía esos pecaminosos labios recorriendo sin decoro su piel, estimulando sus sentidos y logrando que los receptores en su cerebro se encargasen de mandar pequeñas corrientes eléctricas a lo largo de su cuerpo.

Un cadencioso y ronco gemido emergió desde lo profundo de su garganta mientras sentía cómo el menor ahuecaba en su palma esa parte de su anatomía que comenzaba a rogar por verdadera atención. Sin ningún tipo de vergüenza, sintió cómo el otro le acariciaba por sobre la gruesa tela de sus pantalones, consiguiendo que su respiración se entrecortara y su virilidad de hinchara e implorara por algo más que esos ajustados pantalones en los que se encontraba recluida. Ambos se miraron, y fue entonces que el millonario no pudo evitar reír con suavidad ante la expresión extasiada en el mayor.


—Eres tan sensible...— murmuró sobre los labios hinchados del mayor, quien se dedicaba a mordisquearlos incesantemente ante la gratificante sensación. Acercándose, estuvo a punto de besar esos sagrados labios, cuando escucharon cómo llamaban a la puerta— Justo a tiempo...— sonrió— Te salvó la campana, bonito. — se apartó del mayor, quién aclaró su garganta y se giró al inmenso ventanal, intentando regular su respiración— Adelante.

—Disculpe que lo moleste, señor Kwon, lo que pasa es que ya lo están esperando para su junta. — anunció la menuda secretaria mientras contenía una sonrisa al mirar el ramo de rosas sobre el escritorio.

AMOR POR CATÁLOGOWhere stories live. Discover now