1. You should suck my dick

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Intentaba encontrar la forma en que mi mejor amiga Melissa aceptara acompañarme a un bar en las afuera de Los Ángeles y entrar con identificaciones falsas para pasar un buen rato.

No era de mucho prestigio, en realidad era catalogado como de mala muerte, pero era justo lo que quería, estaba harta de toda la misma mierda de niños ricos en Los Ángeles.

-Melissa, por favoooor.-Alargué la última palabra e hice cara de perrito para que accediera, llevaba los últimos 25 minutos intentándolo.-Ya tengo las identificaciones, sé cómo llegar, nadie notará nuestra ausencia y te prometo que es casi seguro que no moriremos en el intento.

-¿Casi seguro?-Levanta una ceja en mi dirección y niega con la cabeza.-¿Si nos pasa algo? ¿Si nos violan? ¿Si nos avientan a un río y jamás nos encuentran?

-Estás dramatizando, te prometo que vamos, nos divertimos un rato y después regresamos a nuestra miserable vida con autos lujos y chicos de penes pequeños.-Comenzamos a reír, lo había logrado.

-Un par de horas Dulce, después dejarás de molestarme.-Asentí frenéticamente.

Comenzamos a vestirnos y maquillarnos, Melissa estaba usando un vestido que se sostenía detrás de la nuca en color rojo, entallado y que estaba por encima de las rodillas, mientras que yo usaba un strapless negro aún más corto que el de ella.

Eran casi las once la noche, así que no tuvimos problemas en salir tranquilamente por la puerta principal, mis padres estaban dormidos y los empleados estaban haciendo sus deberes.

Un taxi estaba esperándonos en frente de mi casa, subimos y le dimos la dirección a la que íbamos, hizo una mueca de disgusto cuando la leyó pero después de preguntarnos varias veces si teníamos la dirección correcta, arrancó.

Mis manos sudaban y honestamente estaba un poco nerviosa, le había mentido a Melissa cuando le dije que tenía todo controlado y que no moriríamos, no estaba segura de eso.

-Hemos llegado.-Dijo el amable chofer y le pagué.

Cuando bajamos pude notar que era un lugar sucio, parecía una bodega y había un río cerca, tal vez sería donde aventarían nuestros cuerpos si... cállate Dulce.

Tenía una tarjeta de crédito, las identificaciones falsas y $1000 dólares en efectivo, ¿Qué más se necesita para sobrevivir a una fiesta?

Hicimos fila para poder entrar a la bodega de la cual provenía la fuerte música, unas chicas se acercaron al guardia que daba el acceso, le susurraron algo y él les abrió la puerta, creí que eso sólo pasaba en las películas.

-Dulce, ¿Estás segura que podremos entrar?-Me susurró Melissa.

Estaba a punto de responder cuando el chirrido de llantas nos alertó, se detuvieron frente a la bodega 3 camionetas negras con vidrios blindados, nos quedamos atónitas observando la escena.

De éstas bajaron 2 chicos, uno cabello negro y otro de cabello castaño, parecían imponentes y aunque no podía observar bien por la poca luz, eran jodidamente calientes.

El chico castaño llamó más mi atención, estaba usando una sudadera que hacía resaltar sus fuertes brazos, pantalones caídos en color negro y unos peculiares tenis en color rojo.

Comenzaron a caminar hacia el encargado de la entrada, éste ni siquiera dudo un segundo en abrir la puerta para darles el paso, así que una loca idea me surgió.

-Ven.-Jalé a Melissa y comenzamos a caminar hacia la puerta.

-¿Qué mierda haces Dulce? Harás que nos maten.-Me susurró y la ignoré.

-¿Podemos entrar con ustedes  guapos?-Hice la voz más sexy que pude dirigiéndome a los chicos, no sé cómo mierda me había salido, creo que era la adrenalina del momento.

El castaño me observó de arriba abajo mientras pasaba la lengua por su labio inferior, su amigo estaba observando a Melissa y estaba más que segura que ella se había sonrojado como la mierda.

Me tomó de la cintura y entramos al lugar, sentía su fuerte mano desliándose lentamente hasta mi trasero, realmente no me molestó.

Voltee para saber si Melissa aún seguía detrás de mí y me sorprendí al verla hablar con el amigo del castaño mientras él tenía su mano también en su trasero.

-Gracias.-Le dije al chico. Noté que sus ojos eran de un color miel hermoso y que tenía un pequeño tatuaje de una cruz debajo de su ojo derecho.-¿Cómo puedo pagarte?-Sonaba como una puta pero tal vez conseguiría un beso por lo menos.

-Tal vez deberías chupar mi pene.-Sonrío en mi dirección y mi sonrisa se esfumó.-Aunque supongo que el que tendrá que pagar soy yo... ya sabes, por tus servicios.

Piensa que soy una prostituta, ¿En qué mierda me he metido?

Or nah ➳ Jason McCann || +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora