Seis.

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A pesar de haber terminado el verano, el calor de abril todavía hacía sus apariciones y yo disfrutaba de él porque no había época del año que amara más. Me podía vestir cómo quería luciendo todo el trabajo de gimnasio del año para no tener complejos durante la temporada, y comer lo que se me ocurría para trabajarlo nuevamente a fines del verano. La playa era el mejor lugar para juntarse con amigos y aunque a la noche hacía un poco de frío, usé un jardinero negro dejando la parte de adelante baja así podía usar un top, dudé en llevar mi campera pero nuevamente quise probar al calor de abril y ver cuánto soportaba sus diferentes noches.

Esperé un poco ansiosa hasta las ochos y me quedé en mi cuarto para despistar a mi hermana que se estaba por ir con Dylan porque otra opción no le quedaba, a menos que me viera sin mochila o cosas para el campamento que le dije, que no era del todo mentira porque pensaba irme a dormir a la casa de Dani, así no caer en sus peticiones por más debilidad que causara mi sobrino en mí.

Un mensaje de Dante llegó y agarrando mi mochila salí rápido, bajé las escaleras estudiando el lugar y ella no estaba por ningún lado, así que saludé a mis papás de palabra en la cocina y les recordé que volvía el domingo. Salí y él me abrió la puerta desde adentro de su Clio para entrar.

—Hola.

—Hola, digno viernes eh, estás muy linda. —me dijo y yo sonreí anotando el primer punto para él.

—Gracias, vos también, aunque vos sos lindo siempre.

—Gracias. —se rió y arrancó para ir a la playa, antes miró mi muñeca y señaló una de mis pulseras. —Yo hacía como esas en el verano y mi primo las vendía en la playa el cara dura.

— ¿En serio? Yo se la compré a un nene en la playa este verano.

— ¿De unos ocho, nueve años morocho y de ojos verdes?

—El mismo.

—Mi primo. —rodó los ojos y yo sonreí, miré mi pulsera con la C grabada y me la saqué.

—Dame tu mano. —le pedí y dejó el volante con la otra para extenderme su mano, abrí un poco más el hilo porque su muñeca era más grande y se la puse. —Ahora vuelve a vos pero como mía.

— ¿En serio? Gracias, puedo hacerte otra si querés.

—Bueno con tu inicial.

—Dalo por hecho.

La playa estaba casi vacía, si no fuese por los habitantes de la zona y los chicos que empezaban a armar el fogón, probablemente no había nadie y eso me gustaba, disfrutaba mucho más cuando estaba calma y vacía que a como solía estar en temporada, llena de gente y revoltosa. Me saqué las zapatillas y llevé a Dante a caminar por la arena después de saludar a sus amigos, apartándonos de ellos quise tocar el agua y aunque estaba casi helada quería sentir la arena movediza debajo de mis pies.

—Cali está re fría.

—Pero es linda, ¿No te gusta el agua fría?

—Prefiero más tibia. —dijo y yo me reí salpicando a su lado contrario el agua que levantaba con mi empeine. —No me contaste mucho sobre vos, sé que estudias Economía, y también sé que sos muy linda pero eso es obvio.

Rodé los ojos, le daba cincuenta centésimos porque de la frasecita tonta sacó algo bueno, una sonrisa de mi parte.

— ¿Qué querés que te cuente sobre mí?

—No sé, tus gustos, disgustos, familia, amigos, ¿por qué te dicen Cali?

—Tengo dos hermanos, soy la del medio y mi hermano mayor que ahora vive en Buenos aires, cuando nací no sabía decirme Cami, así que me decía Cali y desde entonces hasta el vecino me llama así.

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now