Veinte.

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Había extrañado sentir las sabanas de Ramiro debajo de mí, el poder de dominarlo en la cama, dejádolo que tomara el control cuando yo quería que lo hiciera, incursiendo en un juego de roles tan excitante como innovador, porque con él las cosas eran diferentes, teníamos historia y eso nos proporcionaba la couota justa al conocernos, saber lo que nos gustaba y lo que no, y prometernos algo fuera de la cama, no era para nosotros.

Dejé su casa el jueves por la tarde después de un encuentro de bienvenida y fui por Dylan, quien esperaba que su mamá se fuese para ser cuidado por mí y mientras él dormía su siesta yo podía contestar los mensajes de Dante, donde más o menos me suplicaba para vernos y me contaba lo desesperado que estaba por mí, lo que obviamente me gustaba pero prefería esperar al fin de semana porque ya había tenido sexo y en particular, del que más me gustaba.


—No dije que vayas a pedirle perdón, estoy diciendo que seas más considerada.

—Se supone que tengo que actuar como si no lo supiese.

—Y haces todo lo contrario, me vendes a mí incluso. —me dijo Lautaro al teléfono y yo bufé. Ahora era yo la mala de la historia por haberle roto el corazón a la española, cuando ni siquiera sabía que tenía sentimientos hacia mí.

— ¿Y cómo tengo que actuar? No puedo estar dejando de hablar con chicos o fingiendo que no me interesa que está cuando en realidad no debería hacerlo, básicamente porque... ella estableció una enemistad.

—Pero vos sabés cómo son las cosas, actuá normal.

—La normalidad es hablar con otros chicos y fingir que no está, porque eso hacía antes de saber que ella gustaba de mí. —le dije un poco enojada, me hacía responsable y después me decía que actuara normal, no lo entendía. —y se me declara no sé lo que haría, nunca antes me pasó.

— ¿Nunca antes un chico estuvo enamorado de vos pero no vos de él?

—No, al menos nunca lo supe, y no sabría qué decirle, ¿ella tiene claro que me gustan los chicos, no?

—Las personas cuando sienten cosas... simplemente sienten y no pueden evitar nada, ni siquiera ocultárselo a ellos mismos.

—Bueno no sé Lauti, si quiere que deje de ignorarla por lo menos que no me trate como si me odiara o me trate mal, eso no es precisamente sentir algo por alguien.

—Ya te dije que Edu es así, ella ve muchas novelas y cree que del odio al amor...

—Espero que en sus creencias no se olvide que no me gustan las chicas, haga lo que haga me gustan los chicos.

—Sí, ella va a tener que empezar a entenderlo. —suspiró del otro lado. — ¿qué onda con Dante, sigue rogando?

—Ajá.

—Así me gusta, que se desespere por olvidarse de todo lo que le gusta.

—Hey, estar conmigo también le gusta.

—Sí seguro, por eso está tan desesperado por verte, no se aguanta las ganas de estar entre tus piernas y sentirse el hombre heterosexual, el que lleva las riendas de todo mientras cree que te hace disfrutar con su pequeño pene.

—Está bien que acepte que vos lo haces disfrutar, pero yo también lo hago disfrutar, no me saques meritos. —me quejé y miré a Dylan dormir, el único ser capaz de trasmitir paz entre tanta vorágine. —aparte a vos te tiene miedo todavía.

—Pero se deja.

—Sí, se deja.

—Mañana van a hacer una fogata, vas a ir con él me imagino, ¿te invitó?

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now