Veintiocho.

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—Recuerdo eso, no recuerdo lo que siguió.

—Básicamente porque te dormiste, mataste el romanticismo de manera muy abrupta.

— ¿Dije eso y me dormí? —le pregunté riéndome, él hizo una mueca y asintió.

—Sí y yo pensaba: bueno acá se viene el beso de mi vida, pero no, te dormiste.

—Qué mal, bueno en parte mejor ¿no? Así cuando te bese estoy sobria.

— ¿Vas a besarme? —levantó una ceja, yo lo pensé y probar los labios de Lautaro podía ser la mejor hazaña de mi vida, parecían tan carnosos que no podía dudarlo.

—En realidad sería como besar a un amigo, no creo que lo haría.

— ¡Ahora me estás mandando a la friendzone! —llorisqueó y yo me reí preparándome otra tostada, Marta las hacía riquísimas. — ¡No quiero saber más nada con vos, se terminó acá!

— ¡Perdón por matar nuestra relación de dos minutos sin beso!

— ¡Encima! —fingió secarse las lágrimas y ambos nos reímos. Marta entró a la cocina y dejamos nuestra discusión de lado, sonrió acercándose a la mesa con nosotros.

—Qué felicidad me da saber que Amu va a tener una nena.

—Sí estamos re contentos, se va a llamar Dafne.

—Es un precioso nombre, Lauti, vos ya también estás en edad ¿no? —le dijo cómplice y él se rió pero negó al mismo tiempo. —Ay sí ¿cuántos años tenés vos querida?

— ¿Yo? Veintiuno.

—Marta pero ella no es mi novia.

— ¿Ah no?

— ¡No! —le dijimos los dos al unísono y estallamos en carcajadas, la mujer había creído que éramos novios por alguna estúpida y extraña razón, pero ahí estaba otra vez esa imagen que él no daba ni había indicios que fuera gay, a pesar de haber aprendido que el exterior no determinaba nada, la gente prejuzgaba incluso sin saber de la vida del otro.

—Ay perdonen chicos, no sé por qué lo asimilé yo... ay disculpen, estoy vieja ya no me hagan caso, voy a seguir con lo mío.

Cuando ella se fue Lauti y yo nos miramos y nos reímos aún más, pero seguimos desayunando con esa gracia hasta que me llegó un mensaje de Dante con la misma petición de la noche anterior.

—Mirale el lado positivo, vas a tener fiesta que falta te hace.

—Mentiroso, no estoy de malhumor.

—No sé cómo haces para soportar tanto tiempo, yo me muero.

—Porque vos sos un adicto de mierda, lo único que te importa es meterla.

—Che tengo sentimientos también eh.

— ¿Alguna vez le hiciste el amor a un hombre?

—Uh no, ya empezas con tus preguntas y me aburrís. —dijo y se levantó tomando lo último de su tasa, yo me reí. —si no vas a hacer nada acompañame al centro que tengo que comprar algunas cosas.

—Bueno.


El chico tenía una seria obsesión con las gomitas, las amaba y ellas lo amaban a él porque de todo el paquete que se compró de camino al centro sólo me convidó cinco y literalmente las demás se las comió él sin que le doliera la panza o la muela, por lo que quiso comprar más pero yo lo ubiqué en la primer parada que no estaba pensada pero iba a hacer, comprarme ropa.

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now