Treinta.

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No quería complacer a Dante en realidad, pero se merecía algo ya que no había tenido ni el tiempo ni las ganas para comprarle algún regalo, por lo que se me ocurrió acceder a su pedido que estuviese con ropa accesible, o eso dijo él en uno de sus intentos de mensajes calientes, a veces funcionaban, a veces sólo eran motivo de chiste para Lauti y para mí porque parecía mentira pero siempre los enviaba cuando estaba con él. Por esa razón, me puse un vestido y no usé medias, así que mínimamente esperaba que supiera calentarme porque ninguna persona con dos dedos de frente usaba vestidos en invierno.

—Mañana podemos despertarnos e ir a comprar tu regalo, de verdad no sabía qué regalarte. —mentí dándole un beso en la mejilla que él corrió para que fuera en la boca. —Feliz cumpleaños.

—Gracias, no te preocupes que no necesito un regalo.

En la sala ya estaban la mayoría de los chicos y como siempre no podía faltar el alcohol, habían corrido los sillones y la música estaba alta pero pude acercarme a saludar a los que conocía y meterme en su conversación sin gritar para que nos escucháramos. Le habían dejado la casa para él así podían entrar más de los que tenía pensado invitar, Dante era un chico muy sociables por lo que tenía muchos amigos de diferentes grupos, los de la universidad, los más viejos que eran los del colegio, los del gimnasio y algunos que ni siquiera conocía.

Lautaro todavía no llegaba y no me respondía ningún mensaje o me daba indicios que iba a cumplir con lo que le pedí, sólo tenía que traerme el maldito pantalón que había dejado en su casa porque aparte de empezar a sentir hipotermia, era una ridícula con vestido y Dante ni siquiera se atrevía a tocarme en el medio de la gente cuando no nos estaban viendo, era un chico poco aventurero y no me acostumbraba a eso.

— ¿Así que estás saliendo con Dante, no?

— ¿Quién sos vos?

—Un amigo, me presento soy Juan. —me dio su mano y yo la acepté mirando su brazo totalmente desbordado de músculos bajo su camiseta. — ¿Vos...?

—Camila.

—Dante me comentó que estaba con una chica hermosa y no le había prestado atención hasta que te vi y me di cuenta que no mentía.

—Mirá vos, ¿de dónde son amigos ustedes?

—Del gimnasio, hacemos las rutinas juntos.

—Ah, él nunca me contó sobre vos, pero veo que sí te contó de mí.

—Bueno es obvio que vos sos más interesante que yo. —dijo e iba a contestarle que tenía razón, pero no porque yo lo sea, si no porque él no me lo parecía a mí, sin embargo escuché la voz de Lauti que saludaba a las personas que conocía y dejé de darle atención. — ¿y estás estudiando no?

—Permiso, voy a sentarme acá. —dijo Lauti y agachándose a darme un beso en la mejilla hizo que el chico se corriera, se dio vuelta para mirarlo. — ¿cómo que no entramos no?

—Sí podrías irte a buscar otro lugar.

—Y vos podrías dejar de darle a la papa, el sillón es para tres personas.

— ¡Lauti! —lo reté y el chico se rió. —no seas grosero.

—No hace falta que me defiendas linda, de todos modos iba a buscar algo para tomar ¿vos querés algo?

—No, no queremos nada, gracias.

—No te lo pregunté a vos.

—No quiero nada, gracias. —le dije al chico y él me sonrió yéndose a la cocina, yo lo miré a Lauti. —dejá de ser grosero tarado, ¿me trajiste lo que te pedí?

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now