Treinta y ocho.

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 Aye estaba más emocionada que Dani y yo juntas de todo el fin de semana que habíamos pasado, sin embargo a ninguna de las dos nos daba la misma emoción. Al menos de mi parte no podía contarles que había tenido relaciones con Lautaro, eso había muerto con nosotros y aunque fuera un tema que quisiera hablar con más de uno, también fue lo que le prometí a él.

Por su parte, Dani, volvió un poco celosa que Miguel le ofreciera a una de las chicas alcanzarla hasta una terminal en plan seductor y eso fue motivo para hablar de ellos y no de mí, no podía quejarse porque ellos no eran nada oficial, yo hubiese preferido eso antes de fingir el camino de vuelta que todo estaba bien con Lauti, cuando en realidad quería dormir todo el tiempo para evitar mirarlo y recordar lo que habíamos hecho.

—Tengo un problema de amor y odio con Lautaro, a veces me cae bien y a veces quiero arruinarle su perfecta cara ¿soy la única?

—No, yo también a veces lo quiero y a veces no, pero bueno es amigo de ella no podemos hablar mal de él.

—A mí me da igual chicas, porque me pasa exactamente lo mismo, a veces lo quiero un montón y otras no me lo fumo ni con marihuana. —les dije y ella se rieron. Él causaba eso en la gente, eras su amigo o no lo eras, no había gris para él y su personalidad, aceptaba lo que querías que supiera, pero más o menos se metía tu opinión en el culo.

—Ese chico sería un novio que definitivamente no quisiéramos tener, se me hace re histérico.

—Su problema está en que siempre quiere tener la razón y él es la victima de todo, le encanta la atención pero creo que ya me acostumbré, es bueno una vez que lo conoces.

—Sí debe ser divertido. —dijo Aye, y estuve de acuerdo en eso porque era de lo que más valoraba de él, sin embargo mis amigas no iban a poder saberlo porque Lauti no las quería mucho y había puesto una pared desde el principio, le costaba derrumbar la indiferencia.

Yo no tenía la culpa de no haberme creído mi propio acuerdo, sí tenía la responsabilidad de afrontar que para mí fue más que haber tenido relaciones toda la madrugada, no podía pretender que para él fuese diferente, siempre dijo que el sexo era para disfrutar y estaba en mí creer eso o no, pero había algo interno que me molestaba, era más que sólo querer hacerle recordar lo que era estar con una mujer, porque ilusamente yo creía que podía revertir un poco su preferencia, sin embargo no lo hice y eso me hacía sentir defraudada y molesta conmigo.

Para él no fue más que sexo y estaba bien, eran las reglas del juego, pero su teatro de que todo seguía igual entre nosotros no se la iba a creer, cualquier persona en su sano juicio calificaría la noche que tuvimos como una fantástica y emblemática, si eso no era poco para todos los calificativos que definían la ocasión.

 Para él no fue más que sexo y estaba bien, eran las reglas del juego, pero su teatro de que todo seguía igual entre nosotros no se la iba a creer, cualquier persona en su sano juicio calificaría la noche que tuvimos como una fantástica y emblemát...

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— ¿Cuánto te falta para empezar la universidad?

—Es la última semana, quiero y no quiero empezar, estoy tranquila y ansiosa al mismo tiempo.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora