Siete.

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Le conté con lujos de detalle a Dani cómo había sido la noche, agregué la presencia del insoportable de Lautaro después de haberlo encontrado en la salida de los baños externos y lo que siguió a eso cuando se fue y con Dante vimos salir al amante que poco se dejó ver, pero estaba segura que no era el profesor del otro día. Al irme y saludar a todos fue imposible no tener que pasar por él y cuando le di un beso en la mejilla, le confesé a mi amiga que nunca antes había sentido tan buen olor en un hombre, pero eso era parte de lo que a ninguna nos importaba. Dante no me besó porque yo no lo dejé, era un paso que quería dar lentamente sabiendo que tenía competencia y se lo dejé claro con mis acciones, que bastaron dos besos en su mentón y mejilla para dejarlo con las ganas al próximo sábado. Tenía ganas de jugar bien, y si seguía con él, para Lautaro iba a ser mucho peor.

— ¿Habrá estado con una chica antes o siempre fue gay?

—No sé, a la mayoría le cuesta aceptar que lo son y hasta a veces se niegan, por eso están con chicas para saber si realmente les gusta o no.

— ¿Y cuál será el caso de ese chico? —me preguntó, yo me encogí de hombros sin saber qué responder.

—Parece muy decidido, tiene sexo frecuente con muchos y es muy seguro de él mismo, tan creído es que eso lo lleva a tenerse confianza con Dante.

— ¿Pero Dante no capta estas indirectas no?

—Debe ser que sí pero se hace el boludo.

— ¿Será cierto que tuvieron sexo? En un momento se había corrido esa bolilla que Dante era gay, pero yo nunca lo creí.

—Es obvio que no, lo dijeron para ensuciarlo y Lautaro lo repite porque le conviene agarrarse de eso sus fantasías no tienen ni pizca de realidad. —le dije pensando en esa posibilidad ya que si de verdad Dante hubiese estado con él, no lo trataría como un amigo y estaría con chicas, como lo estaba normalmente.


Para la española una simple tontería como chocarnos no había sido así, ya que desde su mesa me miraba despectivamente, como si le hubiese sido grave y tuviese ganas de pelear. La ignoré porque ganarme una enemiga no era mi idea, no había razones coherentes para hacerlo y haberla chocado no me parecía una, diferente a ella que no dejaba de mirar en mi dirección. Si tenía que dar pelea la iba a dar, pero con una justa causa y por eso me parecía mejor ignorarla y no hacer un drama de una tontería, sin embargo, la recorrida de sus ojos negros sobre mi cuerpo fue detenida cuando un cuerpo se puso por delante y tuve que mirarlo, Dante se sentó en mi mesa y su sonrisa contagió la mía.

—Hola chicas, ¿todo bien?

—Hola Dante.

—Hola, sí.

—Hola. —lo saludé yo también respondiendo a su sonrisa. — ¿Todo bien?

—Sí, te venía a decir que estuve buscando ideas de disfraces para el sábado.

—Ah sí, yo también. —mentí porque en realidad me había olvidado de hacerlo. — ¿Cuál sugerís?

—Bueno pensaba en Peter Pan y Campanita ¿qué decís?

—Me encanta, definitivamente ese.

— ¿Y vos cuál decías?

—No importa, ese me gusta más, ¿cuándo vamos a buscarlos?

—Después de la una estoy libre hasta las cinco que entro a trabajar, si no tenés nada para hacer, puede ser hoy.

—Perfecto, no tengo nada para hacer así que a la una nos encontramos acá. —le dije por lo bajo al ver de reojo a la española tirando lo que quedaba de su comida en el cesto de mi lado, estaba segura que se lo iba a contar al tarado que tenía como amigo, y soportarlo una vez más no me daban ganas.

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now