CAMILA bitácora fecha 6

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A partir de ese día la que llegaba primero apartaba un lugar a su lado para la otra. Nadie entendía lo que pasaba, sobre todo Rubén, pero si había alguien que entendía menos que el resto, esa era yo.

No hablábamos, no nos mirábamos., no nos pasábamos la copia en el examen., solo nos limitábamos a mirar como perro rabioso al que se atreviera a acercarse a una o a la otra.

Era una relación-amistad silenciosamente gritada. Nos entendíamos sin hablar, éramos más profesionales que el mimo del semáforo. Cuando ella quería que yo la acompañara, solo me tocaba suavemente la mano y yo la seguía sin protestas, sin preguntas.

_ ¿No te das cuenta que no te quiere cerca?_ me dijo Rubén un día_ si ella quisiera que la sigas como perro faldero te lo diría. ¿No has pensado que si se va es porque quiere estar lejos de ti?

Me dejó con la duda., así que la siguiente ocasión que me tocó la mano., No la seguí. El perro callejero comió un suculento sándwich ese día.

Dejó de tocarme, y dejó de comer conmigo... estaba molesta y yo no sabía cómo decirle que volviera a intentarlo.

_ ¿vienes conmigo?_ me preguntó al tercer día. A pesar de que su voz sonaba como una invitación sexual, extrañaba su mano en la mía. Así que mientras caminábamos yo buscaba la manera de tocarla con el pretexto de mi torpeza.

A ella no le molestaba que yo la tocara., nunca rechazaba tener contacto conmigo., así que por primera vez agradecí a la vida por el defecto que yo más odiaba en mí.

Nos volvimos inseparables, éramos como la uña y la mugre, como quijote y sancho panza en versión femenina pero sin frases rebuscadas, ni consejos sabios, al mismo tiempo éramos adictas al lenguaje de Chaplin, y no por las frases extremadamente hermosas del hombre de la comedia. Si no por la mímica que utilizábamos para comunicarnos.

Me di cuenta que nos hacían reír las mismas cosas, como el observar a los demás chicos desde el barandal y traducir lo que decían a expensas de nuestra imaginación.

_ ¿qué crees que dicen?_ preguntó la primera vez mientras miraba a una pareja darse besos en una esquina de la dirección desafiando los peligros que eso implicaba.

Después de ese momento ya habíamos inventado un romance entre el director y el intendente., que la profesora de química pidió en la cafetería un litro de cianuro para llevar, que Darío y Dinah peleaban por una muñeca de porcelana, hasta hicimos hablar a trapito (así bautizamos al perro callejero)

Al parecer yo era experta en hacerla reír y eso era todo lo que me importaba.

Ellas se aman (Bitácora de un amor prohibido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora