38. Té con los Roach

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Primer día, los tres en la oficina y en pocos segundos se convirtieron en cuatro

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Primer día, los tres en la oficina y en pocos segundos se convirtieron en cuatro. Mientas esperaban para reunirse con el director, Tiago ingresó con pose despreocupada.

— ¿Y a ti por qué te mandaron? —preguntó Sophie, en innumerables ocasiones se había encontrado con su hermano durante la espera.

—Cosas de la vida. —Se tumbó al sillón e instantes después los cuatro ingresaban a la ordenada oficina.

El ambiente se sentía tenso por la mirada de Nicolás y sobre todo por el impregnante olor a humo de cigarro, del cual, no había evidencia.

— ¿Por qué no me sorprende? —dijo el director al ver a sus dos hijos, su sobrino y al amigo de estos.

— ¡Estabas fumando! ¡Le diré a Thaly! —Sophie, al sentir el inconfundible aroma lo acusó señalándolo con el dedo.

—No fumaba —se defendió, entonces se dio cuenta que él no era quien debía ser interrogado, sino ellos—. No tengo por qué discutir contigo. ¿Qué hicieron? —procuró esquivar el tema y poner su rostro más severo.

Tiago le alcanzó una nota escrita por la maestra antes de tomar asiento junto al resto.

— ¿Te besabas con dos chicas en el salón? ¡¿Qué está mal contigo?! —después de leer la sorpresiva nota todos miraron a Tiago con reprensión.

—Me felicitaban por ganar el nacional de básquet —se excusó con la misma imperturbable tranquilidad, pese al castigo que vendría el gusto no se lo quitaba nadie.

—Y ustedes qué —reconociendo que su hijo no tenía remedio se dirigió al resto.

—Ian me besó frente al salón —Sophie lo acusó esperando un castigo para él.

—Tú te me declaraste a gritos sobre el escritorio —Ian sonrió con orgullo, aún saboreaba el que había sido uno de sus mejores momentos en el colegio.

— ¡No es cierto! ¡No me declaré! ¡Solo cumplí la apuesta y tú diste vuelta las cosas! —le discutió Sophie y antes de recibir respuesta, Nicolás se masajeó la sien y prosiguió con el interrogatorio.

— ¿Y tú a quién besaste? —cansado se dirigió a Alan.

—A nadie, pero aún es temprano, dame hasta el recreo.

— ¿De dónde sacan el cinismo? —de nuevo volvió a su intento de seriedad y un fuerte olor a quemado distrajo su atención.

— ¡Se quema! —exclamó Sophie señalando uno de los cajones del escritorio.

Su padre lo abrió rápidamente y antes de quemarse lo lanzó al suelo. Un grupo de papales y cigarrillos encendidos que había ocultado, provocaban una pequeña llama.

Ante la impasible mirada de los adolescentes apagó el mini incendio con el pie, una vez acabado el peligro levantó la vista, los chicos lo observaban fijamente, con una mueca que delataba lo que pensaban: te acusaremos.

Los sueños secretos de SophieWhere stories live. Discover now