48. El costo de los secretos

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Una promesa era una promesa

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Una promesa era una promesa. Evan se alistaba y le había pedido a Claudia que lo esperañse. La chica era un meollo de nervios. Sophie había corrido a casa para contarle a su madre las novedades, olvidando por completo que debía acompañarla a su cita con Evan.

—Ya está, vamos —dijo el muchacho terminado de guardar su guitarra, su hermana pequeña corrió a tomarlo de la mano—. No puedo dejarla, espero que no te moleste que la lleve con nosotros.

— ¡No para nada! —Se alegró, tener a la pequeña niña con ellos la aliviaba, al menos no iba sola—. Debo volver temprano, mis padres no saben de esto, van a castigarme —explicaba nerviosa, no solo el chico le causaba cierto temor, si su madre se enteraba que salía a una cita con un chico en lugar de quedarse a dormir en casa de Sophie como le había dicho, la iba a castigar de por vida.

—Bien, volveremos temprano. —Evan volcó los ojos y comenzó a caminar esperando que Claudia lo siguiera.

La chica caminaba silenciosa a su lado. Grecia brincaba y tarareaba una canción, guidándolos hacia una pizzería.

Al ingresar al local, Grecia corrió a la piscina de pelotas. Evan buscó una mesa y se sentó.

Con timidez, Claudia se sentó lo más alejada posible.

— ¿Qué pasa? —le preguntó serio.

La chica se veía incómoda, Evan casi no hablaba, de hecho casi no lo conocía, no podía creer que al final hubiese accedido a una cita.

Ordenaron una pizza y hasta el momento en que les llevaron las bebidas permanecieron en completo silencio. Ambos se daban cuenta que no tenían un tema de conversación y posiblemente nada en común.

 Ambos se daban cuenta que no tenían un tema de conversación y posiblemente nada en común

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Si había alguien dispuesto a sacrificar todo por amor, esa era Sophie. No pensaba separase de él, tampoco tenía idea de sus motivos ¿era impulsiva, tonta tal vez? qué importaba, ya había desconfiado de él una vez y no lo haría de nuevo. Pensar en separarse y no verlo era una tortura parecida a que el destino jugase al vudú atravesando alfiles en su corazón.

No era permanente, eso la alentaba, volvería a reunirse con su familia y sus amigos, mientras durase, sería una romántica aventura. Dejó de pensar en aquello, no le dio una respuesta directa.

Los sueños secretos de SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora