44. La casamentera

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Después de lo que había parecido un abrupto corte en el espacio temporal y continuidad de su vida, abrió los ojos con suma pesadez

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Después de lo que había parecido un abrupto corte en el espacio temporal y continuidad de su vida, abrió los ojos con suma pesadez. Un ligero mareo acompañaba a la tensión de su cuerpo. Sus articulaciones apenas respondían y sus brazos y piernas parecían costales llenos de arena mojada. Poco apoco fue recuperándose, ya le había pasado en varias ocasiones y sabía que esa sensación pasaría pronto si se tomaba las cosas con calma.

Su principal preocupación era recordar el momento exacto en que había sucedido, y rogar que no se hubiese desmayado frente a gente causando una embarazosa situación. Su segunda preocupación, y la cual debía importarle más, era dónde se encontraba.

Miró a su alrededor, tardó en darse cuenta que una enfermera la acompañaba y le daba espacio para respirar.

— ¿Cómo te sientes? —le preguntó en cuanto la vio despejarse.

—Como si me hubiese desmayado —respondió moviendo perezosamente la boca.

—Pues eso te pasó exactamente, ¿te sucedió antes?

Sophie pensó qué decir, por supuesto le había pasado antes, pese a que su enfermedad no era grave, varias veces le había jugado situaciones como esas.

—No —negó incorporándose de a poco.

— ¿Comiste hoy? ¿Te sentiste enferma? —continuó con preguntas de rutina tomándole el pulso.

—No, bueno no desayuné, seguro es eso, ya estoy bien —mintió intentando escapar de la situación, lo último que necesitaba era que en ese colegio también se enterasen de su enfermedad, le impidiesen participar de actividades físicas por "precaución", o peor: la tratasen como una frágil muñeca.

Esquivando el resto de preguntas y revisiones innecesarias bajó de la camilla.

—Debes quedarte, ya llamaron a tus padres. —La detuvo la enfermera—. Estuviste inconsciente unos minutos, lo mejor es que te lleven al hospital. También traerán tu historial médico, se supone que deben entregarlo cuando te inscriben, pero no lo tengo. Por suerte el muchacho Daza te trajo rápido, aunque debió dejarte dónde estabas. Entró en pánico, creí que iba desmayarse también —le comentó riendo por lo bajo.

Los sueños secretos de SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora