Epilogo

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7 años después

Metí en la caja los casos que todavía no había resuelto para poder prepararlos lo mejor posible. Aunque todos me digan que debería dejarlos aquí y dedicarme a mí misma durante este tiempo yo sé que me voy a aburrir como una ostra.

A pesar del dolor de pies por culpa de los tacones seguí rondando por toda la oficina buscando algo que se me olvidase, estos meses me ha pasado diariamente y no estaba de más comprobarlo por tercera vez.

–Para ya. Si se te olvida algo yo te lo llevare.- me dijo una voz detrás mío.

–No quiero que se me olvide nada, Dana.- le digo mientras me muerdo las uñas nerviosa.

–Relájate. Yo me ocupare de mis clientes y de los nuevos y si tengo algún problema te llamare y te enviare algún caso y ya sabes, no trabajes demasiado que ya he visto que te has llevado unos cuantos casos.

–Solo los que tengo pendientes.- digo riendo mientras volvemos a mi mesa.

– ¿Qué te vas a poner este sábado?- me pregunta Dana mientras yo me siento en mi silla y pongo los pies sobre la mesa. Dana se ríe y se sienta en frente mío.- Rose, se te ven las bragas.

–Bueno...–digo riendo– No sería la primera vez– Dana se ríe tan fuerte como yo y sé que por su cabeza rondan las veces que esto ha pasado. Hemos vivido juntas casi 5 años, normal que me haya visto en bragas.

–Entonces... ¿El sábado?- me pregunta mientras se mueve a su mesa para coger un archivo.

–Todavía no lo sé. Tengo que ver que me queda bien, que tiempo va a hacer...todo eso.- le digo mientras me estira las medias hacia arriba

–Dios... Te comportas como una madre.- me dice riendo y yo la miro incrédula.

–Idiota– digo tirándole un lápiz.

Nos volvemos a centrar en el trabajo cuando mi teléfono suena

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Nos volvemos a centrar en el trabajo cuando mi teléfono suena. Un nuevo caso. Como Dana me ha dicho, le informo al cliente de mi ausencia y le paso la llamada a Dana.

Por los problemas económicos de Dana, esta tuvo que coger menos asignaturas por trimestre por lo que estuvo un año más estudiando.

Cuando nos graduamos, a parte de la gran fiesta que hicimos, le comente la idea de crear un bufete juntas pero ella dijo que no podía permitírselo.

Esta idea se me ocurrió en las vacaciones de Miami. Decidí crear un bufete. Cuando tuve todo montado solo me faltaban los clientes, el nombre del bufete y un ayudante.

Lo mejor de toda esta historia fue que no elegí a un ayudante, si no que elegí a un igual, a Dana.

Cuando se lo dije no se lo creía. En el contrato pone que es una empleada del bufete "Rose and Dana" pero en realidad es una de las propietarias. Al principio tuvimos nuestras dudas sobre el nombre porque mucha gente, aunque estemos en el siglo XXI, seguía habiendo gente que tenía prejuicios sobre una mujer trabajando así que imagínate siendo su abogada.

Fraternidad mixta...¡UNA MIERDA!Where stories live. Discover now