Capítulo 4

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Clarke POV

Sólo llevaba una semana allí y ya quería marcharme. No se estaba tan mal, quitando el hecho de que Lexa estaba todo el día en casa dándome por culo mientras intentaba camelarse a Costia para poder darle por culo también, aunque en sentidos distintos.

El problema era que yo era una chica de ciudad, y la echaba de menos. Casi me sentía apresada, y el hecho de imaginar todo el tiempo que me quedaba allí me agobiaba todavía más. No se lo comenté a Costia por si la ofendía o hería, ni tampoco a Raven por si se lo contaba a ella o a Lexa. Se habían hecho muy amigas desde que Raven decidió que, como Lexa dijo, la forma de ganársela era haciéndola reír, cosa que me parecía genial si no era a costa de contar mis más vergonzosas experiencias en el colegio.

A esas alturas a finales de junio, Lexa ya sabía que un día en gimnasia me hice pis, que vomitaba la comida del comedor o la ocultaba en servilletas que luego tiraba, que solían castigarme por su culpa sacándome al encerado (algo que odiaba, odio y odiaré) y que llegaron a expulsarme dos veces porque me dormía en clase tras pasarme la noche leyendo.

También le contó con detalle mis relaciones, desde el año que estuve en la adolescencia con Wells y lo dejé porque lo quería como al mejor amigo que siempre fue, pasando por Niylah y los tres años que estuve con ella incluso cuando se marchó de la ciudad, y cómo ella me dejó sintiéndose culpable por haberme engañado una noche, hasta llegar a Bellamy, de quien le habló como mi distracción para dejar de pensar en Niylah.

Lexa se mofó sin tapujos sobre mis vergüenzas de la infancia, pero no comentó nada burlón sobre mis relaciones, y supuse que porque ella no era quién para juzgarme. Puede que ella fuera la ama y jefa en cada clase en la que estuvo y nunca se hiciera pis en público, pero sus fracasos amorosos no eran mejores que los míos.

Una tarde en la que me agobié terminé yendo al acantilado. Ver el mar sin fin conseguía que no me sintiese tan atrapada. Pero eso cambió cuando me agobié por ver a Lexa sentada al borde del acantilado. Se me pasó por la cabeza dar media vuelta y marcharme para encontrar otro lugar donde pensar, y también vengarme fríamente empujándola al vacío, pero sería demasiado cruel. Además, no podría verle la cara y disfrutar de su expresión cuando le gritase "¡Ríete ahora!". No, debería esperar.

En su lugar, decidí asustarla como ella había hecho conmigo; avancé con el sigilo de una pantera hasta casi poder tirarla de una patada y hablé:
- ¿No es peligroso que estés ahí sentada? Podrías caerte.

Ni se sobresaltó ni nada de lo que yo esperaba. Sólo me miró por encima del hombro con una expresión divertida.

- Hola, Clarke, no te había oído llegar.

- ¿En serio? - alcé una ceja. Sabía que era mentira.

Ella rió.
- No - contestó y me miró de nuevo -. Haces más ruido que un jabalí asustado.

Bufé molesta.
- Debí tirarte por el precipicio cuando pude - di media vuelta y comencé a caminar.

No había llegado de nuevo al camino cuando escuché el sonido de lo que probablemente era Lexa saltando de felicidad hacia mí para buscarme de nuevo las cosquillas.

- No serías capaz - repuso a mi lado.

- ¿Segura?

Ella avanzó un poco más para caminar de espaldas y enfrentarme. Miré expectante el camino por si la suerte me sonreía y había algo con lo que ella pudiera tropezarse.

- Pudiste hacerlo, pero te preocupó que estuviera sentada en el borde - se regodeó. Era tan prepotente...

- Quizás lo haga la próxima vez si no te apartas de mi camino - amenacé seria acelerando más para que tuviera que retroceder más rápido.

Sonríe (Clexa)Onde histórias criam vida. Descubra agora