Capítulo 25

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Lexa POV

Clarke me lo estaba poniendo muy difícil haciéndose la difícil.

A pesar de intercambiar un par de mensajes cordiales y chistosos por mi parte entre Clarke y yo, no habíamos podido vernos en dos días. Demasiado tiempo. Pensé que sería por fin ella quien no pudiera negar más la realidad de cuánto alguien puede extrañar ver mi preciosa cara al cabo de un segundo sin poder observarla, pero no; era yo la que estaba desesperada por ver a Clarke. Y escucharla. Y poder oler su perfume y echar fugaces vistazos a sus curvas.

Me arrastraba por ella más que una babosa en otoño y primavera.

Esa noche ella tenía la cena con sus compañeros, y quizás quedaría muy raro confesar que me había pasado por el ambulatorio a hacer una inspección para corroborar que todos los compañeros de Clarke eran feos: había una mujer, de unos treinta años, bastante pechugona, pero tenía tanta carne en los pechos como en su papada, haciéndola parecer un sapo; un señor que rondaría los cincuenta, con unos buenos implantes capilares que, si no tenías en cuenta que cada vez que se pasaba la mano por el pelo se arrancaba un mechón, podría tener cierto encanto para una mujer mayor o desesperada; otra chica morena y joven, supongo que atractiva si le quitabas las gafas de abuela, los granos por toda la cara y su nariz completamente roja. Me dio tanta pena que le pregunté si estaba resfriada.

¿Los médicos se tratan a sí mismos cuando están enfermos o deben ir a que otro médico los trate? La gran pregunta del siglo, junto a qué huelen las nubes y por qué debemos hacer la cama si a la noche la desharemos de nuevo.

Cualquier entretenimiento no era suficiente. Ni siquiera salir a jugar a la petanca con Gus, quien casi me destroza el pie cuando "accidentalmente" lanzó la bola contra mis zapatillas justo después de que pusiera en duda el pleno funcionamiento de sus ancianas articulaciones.
"Fue sin querer", dijo. Claro, "sin querer" dejarme medio coja porque luego debería ayudarme, pero yo sabía que lo había hecho queriendo. Ese anciano vengativo...

Había recibido una llamada de Costia, quien me propuso ayudarme con el amplio y abandonado jardín que tenía en la parte trasera de mi casa. Sí, estaba tan aburrida y el tiempo pasaba tan lento que había accedido a plantar estúpidas flores que me harían estornudar cada vez que saliese a tomar el frío aire de invierno. Tampoco es como si saliera demasiado al jardín.

- Venga, quita esa cara de geranio sin regar - me riñó Costia en un intento de bromear respecto a plantas que sólo consiguió que levantara una ceja, escéptica; Costia tenía muchas habilidades, pero bromear no era una, y menos cuando yo no estaba para bromas.

Sí, yo, Lexa Woods, reina de los chistes, no estaba de humor para bromas. Inédito.

- No me apetece hablar - refunfuñé de manera seca, cavando un pequeño hoyo en la hierba mientas Costia cogía con cuidado una planta y la colocaba, para que luego yo tapase cualquier espacio con la tierra quitada anteriormente.

Ella alzó las cejas, sorprendida.

- Estás más punzante que un cactus - continuó, recibiendo esta vez un codazo que la dejó sentada de culo en la hierba -. Oye, Clarke dijo que no podía quedar porque tenía un compromiso de trabajo, no es como si de verdad te hubiera dejado plantada - volvió a reír con ganas, y yo rodé los ojos en cuanto dijo "plantada".

- Sé que no podía faltar, que es su trabajo y es importante, pero quedan muy pocos días hasta fin de año y necesito aprovechar ese tiempo - justifiqué  cavando con más ahínco.

- ¿Se lo has dicho?

- ¿El qué?

- Que la echas de menos y todas esas cosas que tengo que escucharte decir porque no tienes el valor de mandarle un mensaje diciéndoselas - explicó colocando con mimo otra planta, que pareció mirarme mal, de acuerdo con Costia -. Hablar de tus sentimientos abiertamente no te hace débil, Lexa.

Sonríe (Clexa)Where stories live. Discover now