Capítulo 27

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Lexa POV

No había mejor manera de empezar el año que despertando con Clarke abrazada a mí de la misma manera que yo siempre abrazaba mi león de peluche.

Mientras la mayoría de personas en todo el mundo habían celebrado el comienzo de un nuevo año saliendo de fiesta y emborrachándose, o cenando en familia, yo lo había celebrado haciéndole el amor a la chica que quería durante toda la madrugada.
Cuando nos dormimos, el sol ya comenzaba a brillar a través de la ventana, asomando tímidamente entre las montañas de las afueras de Arkadia.

Desperté perezosamente, encontrándome de nuevo con los iris azules de Clarke. Supuse que llevaba un rato despierta, porque parecía más despejada que yo cuando me volteé.

-¿Eres mi regalo de Navidad? – pregunté abrazándola por la cintura y pegándola a mi cuerpo -. Porque me muero por desenvolverte.

-Ya lo hiciste ayer – comentó juguetona, acariciando sus labios con los míos. Ah, cierto, ayer, cuando creía que me pasaría el resto de mi vida llorando no poder estar con Clarke, hasta que ella apareció y se lanzó sobre mí, pero esa era la parte más normal de lo sucedido.

Dudé un segundo antes de preguntar, por miedo a una negativa, pero necesitando quedarme completamente segura:

-¿Te convencí?

-No, la verdad es que estoy en tu cama porque echaba de menos estos orgasmos y quería acabar y empezar bien el año – contestó sin más, sin un atisbo de sentimientos en sus ojos.

La miré quieta, pálida y con el corazón en pausa, preparado para estallar como una bomba que se queda en silencio antes de la gran explosión. Mi mano, todavía alrededor de su cintura, comenzó a temblar.

-Pero pensé que… - mis ojos empezaron a picar con la amenaza de lágrimas, y Clarke se irguió rápidamente con una expresión preocupada.

-Lexa, era una broma – se apresuró a decir poniéndose sobre mí, sujetando mi cara para que no rehuyera su mirada alarmada -. No iba en serio, quería hacerte creer que iba en serio. Te debía una broma, ¿recuerdas?

Sí, recordaba. La semana antes de la de Nochevieja, Gus y yo le habíamos gastado una broma conjunta a Clarke, adelantando el día de los Inocentes por si la chica no estaba disponible. No había sido mi mejor idea, desde luego. Fue una broma pesada, en realidad: le mandamos una corona de flores de esas para los entierros, y le hice creer que mi viejo amigo había fallecido. Por supuesto, cuando llegamos al cementerio y Clarke no vio a nadie, ni a ningún cura, comenzó a sospechar, pero cuando Gus se levantó de dentro del ataúd, asustó a la llorosa chica hasta el punto de que casi se desmaya.
Los bolsazos me los comí yo todos, claro, ¿cómo iba a golpear a un pobre y anciano señor con nombre de rana que había sido mi cómplice?

Clarke no me habló en todo el camino, y sólo se dignó a mirarme de nuevo cuando aparecí esa misma noche con una gran cesta de Navidad llena de comida basura que engullimos viendo “Charlie y La Fábrica de Chocolate” en el canal infantil.

Suspiré aliviada.

-¿Una broma? – ella asintió con gesto arrepentido, y pude tragar el nudo de mi garganta. Bueno, bien jugada la broma, aunque mi susto había sido mucho mayor y peor que el suyo -. No ha tenido gracia. Has aprendido poco de mí.

Clarke me besó despacio, como queriendo sanar y calmar cualquier resquicio de angustia que me quedase.

-Ya, lo siento – repitió entre más besos.

-¿Quieres mi perdón? – reté alzando una ceja, recompuesta. Clarke entrecerró los ojos con suspicacia, pero movió la cabeza en un gesto afirmativo que me hizo sonreír -. Gánatelo – desafié.

Sonríe (Clexa)Where stories live. Discover now