Final

14.3K 842 234
                                    


Clarke POV

Era una idea maravillosa.

Lo supe en cuanto Raven y Costia me lo propusieron: ir de nuevo a pasar el verano a Polis.

Adelanté mis vacaciones en el trabajo, mientras que Costia y Raven no tuvieron problema, ya que eran sus propias jefas. Lexa vendría también, y llevaba como invitado a Gus.

-Así verás mundo y conocerás a otros viejos amargados. No puedes pasar todo el verano encerrado en esa máquina del tiempo que tienes por casa con Heda – le dijo, apuntando con desdén al pobre gato, que maulló dándose por enterado.

Gus terminó aceptando que se lo debía a Lexa, quien en primavera había apostado con él que, si ganaba, iría a su pueblo. Gus estuvo muy seguro de ganar pero los planetas debieron alinearse para que ocurriera aquel milagro: Lexa ganó por segunda vez a Gus, y éste tuvo que aguantarse y cumplir con su palabra.
Cuando mencioné que seguro que también iba porque  extrañaría a Lexa, el viejo me miró impasible, como si acabara de decir una demencia, pero sonrió cuando creyó que no lo veía.

Lexa llevaba meses dándole la tabarra a Gus, rememorando con todo detalle el día que le ganó por primera vez a algo, gracias a mí, según ella. Yo insistía en que sólo era cuestión de tiempo y suerte, pero ella se empeñaba en llamarme su amuleto de la suerte, así que cada vez que jugaba contra Gus, llamaba a mi puerta para que fuese con ella, insistiendo en que me sentase a su lado y también en que fuera yo quien le cogiese las cartas. Aunque sólo había ganado tres  veces desde entonces en casi ciento cincuenta partidas, ella no se rendía y celebraba las victorias como si fuesen Mundiales.

Para conducir las cuatro largas horas que había hasta Polis, hicimos turnos. Estaba segura de que no tardaría mucho en llegarnos una multa por exceso de velocidad por culpa de Raven.
Gus había decidido echarse a dormir en cuanto supo cuánto duraba el trayecto. Además, Lexa estaba tan impaciente porque conociese a los ancianos del pueblo que le dijo que en su casa no dormiría la siesta, al menos aquel día.

-Fue genial, Raven – Lexa contó de nuevo cómo fue nuestra reconciliación, para diversión de Raven, que no se cansaba de oírla ni Lexa de contarla -. Casi podía ver a mis fans imaginarios vitoreado y con pancartas diciendo: “Lexa, cásate conmigo”, “Eres la puta ama”, “Hagamos un trío” y “Adoptadnos”.

-¿Qué fans? – se extrañó Raven.

Lexa la miró ofendida, como si la respuesta fuera obvia.

-Mi séquito de mapaches y leones.

Entonces Raven rió, porque ella solía bromear sobre tener como fans a los pájaros, especialmente los cuervos, por supuesto.

-Sí, ya, mucho “mapache esto” y “leona aquello” pero os pasáis el día follando como conejas en celo – vi su cara pervertida a través del retrovisor. Ella no estaba usando el cinturón y se inclinaba en el medio de los asientos delanteros para hablarnos. Para Raven era más importante burlarse de nosotras que su seguridad.

-Envidiosa – musitó Lexa, observando a Gus por encima de su hombro, quien seguía dormido con Heda en su regazo. Se giró para ver a Raven y le guiñó un ojo. Rodé los ojos, viendo venir uno de esos momentos en los que ambas competían por ver cuál decía la mayor tontería -. Tranquila, he usado condón. No tendrás que hacerte cargo de nuestro hijo mientras estamos ocupadas viviendo nuestra pasión animal – sonrió ampliamente. Sí, Lexa solía ganar con frecuencia en decir la mayor burrada.

-Clarke, ¿estás segura de que estás a salvo con ella? – Raven se inclinó un poco más hacia mí, hablándome al oído pero dejando a Lexa escuchar. Yo reprimí una sonrisa y me concentré en la carretera, dejándolas a su rollo -. Lexa, con esos dedos como varitas mágicas que tiene, te preña para tenerte atrapada de por vida, y es capaz de que si tenéis una niña no la llama Raven – se indignó.

Sonríe (Clexa)Where stories live. Discover now