Capítulo 23

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Lexa POV


- Creo que la he cagado - le dije a Gus nada más entrar en su casa, prácticamente atropellándolo en el camino. Estornudando, aparté su sucio gato y me senté en el sofá, indicándole que tomara asiento también -. ¿Qué haces ahí de pie? Vamos, siéntate. Necesito consejo de un viejo sabio, pero tú me vales.

Gus me lanzó una caja de aspirinas a la cabeza. Me quejé. Vaya con el anciano, tiene tanta suerte en los juegos como en la puntería. Tomé nota sobre no desafiarlo al tiro con arco.

- ¿Cómo la has pifiado esta vez, niña? - me regañó.

Le conté las novedades de los avances en la situación con Clarke. También le conté lo del beso cuando Gus dejó de reírse de mí al imaginarme disfrazada de mapache. Le dije que llevaba casi una semana respetando a Clarke, pero ya habíamos comenzado diciembre y el tiempo se agotaba. Si bien el beso había sido un gran avance, una semana sin hablar con Clarke había sido un gran retroceso.

- No debiste devolverle el beso, pero al menos la respetaste cuando te pidió que te marchases - asintió rascando su nariz con forma de patata.

- Bueno, casi... - me encogí en el sofá antes de contarle que había vuelto a intentar tener un poco más de los labios de Clarke. Quizás no debí hacerlo a pesar de la buena intención que intentaba transmitirle al respetarla, pero en aquel momento sólo quería cualquier excusa para acariciarla de nuevo.

De repente, un picor insoportable cubrió mi cuello, que enseguida rasqué estornudando de nuevo.

- ¿Y crees que eso estuvo bien? - carraspeó barajando las cartas.

- Yo creo que sí - asentí un poco insegura, rascando esta vez mi mejilla derecha. Gus y sus consejos retorcidos siempre me hacían dudar, pero si yo ya dudaba por mí misma, entonces me sentía realmente estúpida.

- Quizás en aquel momento, pero mira cómo estáis ahora - negó con desaprobación.

- ¿Crees que soy de piedra? - gruñí molesta, porque me sentía como una nieta pequeña siendo castigada por su abuelo por entrar en su despacho, además de lo irritante que se sentía mi piel aquel día -. Entiendo que a tu edad esas cosas ya no funcionan y no son interesantes, pero yo soy joven y no soy un bloque de hielo, y si Clarke me besa, mis esfuerzos por respetar su espacio personal se hunden como el Titanic.

- Nunca debiste ver esa película - me regañó de nuevo -. Estás obsesionada y llegas unas décadas tarde para obsesionarte con una película de los noventa.

- El amor no tiene época, Gus. He hecho un gran descubrimiento cinematográfico a pesar de esa final, pero no ha sido la ayuda que esperaba - jugué con rabia mis cartas, sabiendo que daba igual qué hiciera; Gus ganaría de nuevo -. Mi mente es increíble y soy una genio, pero Clarke tendrá que frotar la lámpara esta vez para decirme qué hacer porque hasta los genios tenemos un límite. Y por lámpara no me refiero a lo que crees, viejo pervertido. Todavía no.

Gus dejó de jugar un momento para mirarme con el ceño fruncido. Menos mal que sabía que era su semblante permanente, porque sino hasta me haría sentir equivocada por respirar.

- Es un poco estúpido suplicar que te den una oportunidad de reconquista si no tienes suficientes ideas para reconquistarla - rezongó.

Aguanté las ganas de estornudar de nuevo, porque seguro que pondría una cara rara que me haría quedar como una boba en pleno debate.

- Clarke me conoce. Ella sabe que no soy romántica - aseguré, aunque realmente intentaba convencerme a mí misma de que aquello me servía como defensa, pero tenía el lejano y molesto pensamiento de que no ser una romántica no era excusa para no intentar serlo por la persona que quiero -. A veces creo que sólo me está poniendo a prueba para ver dónde tengo el límite por ella, cuántas tonterías soy capaz de hacer.

Sonríe (Clexa)Where stories live. Discover now