Clarke estaba colocando sus maletas y mochilas en el maletero del coche de Bellamy, mientras el chico la ayudaba en silencio.
Conocía a Clarke desde hacía años, y reconocía cada expresión y silencio de su amiga. Aquella mañana, tenía esa mirada de: "Como hables te mato". Nada de preguntas, comprendió, y obedeció sabiamente la orden silenciosa.
Raven metía sus cosas en la parte trasera. Había decidido volver a la ciudad con Clarke. A pesar de que le daba pena dejar las últimas semanas de agosto sola a Costia, Clarke era Clarke.
Lexa observó desde la ventana de su casa a la chica rubia, y aunque se moría de ganas por correr hacia ella y contarle todo, decidió que era mejor convencer a Costia de que lo hablase con Clarke. Así que se coló por su patio para evitar ser vista por los tres amigos de Costia.
La castaña daba vueltas en el salón y se mordía con nerviosismo las uñas. Lexa sabía que la culpa de su silencio atormentaba a Costia, y aunque le había prometido guardar el secreto tras años de amistad, sentía que debía hacerle ver que tenía que hablar con Clarke, incluso si eso arruinaba cualquier remota posibilidad de tener algo con Costia. Eso ya no importaba, porque Lexa no quería ser egoísta. Importaba Clarke.
La chica notó su presencia y la miró asustada, con sus ojos del color de la miel destacando en su bonita cara. La asombró la falta de mariposas en el estómago y el ritmo normal de su corazón. Siempre veía a Costia como a una diosa, la chica maravillosa y desinteresada que la había cuidado día y noche en el hospital, la chica de la que estuvo enamorada tantos años cuando no tenía nadie más a quien querer. De repente, ver a Costia como a alguien anodino era extraño y novedoso, pero también incómodo.
Y ahí es donde Clarke tenía la culpa.
- Tienes que hablar con ella - sentenció Lexa.
Necesitaba que Clarke supiera la verdad. Había respetado la decisión de Costia, pero estaba equivocada, y la posibilidad de que Clarke cometiera un error con Niylah de nuevo la atormentaba.
Clarke merecía alguien mejor, y aunque sabía que no era ella la persona adecuada, estaba segura de que tampoco lo eran el chico de pene pequeño y la traidora de su ex.
Clarke merecía lo mejor. Y merecía la verdad.
- No puedo - balbuceó Costia apartando la mirada.
Lexa avanzó hacia ella y colocó como apoyo una mano en su hombro para que la chica la mirase
- Clarke es inteligente. Tiene carácter, y probablemente se enfade, pero lo entenderá - insistió la de ojos verdes -. Pero si dejas que pase más tiempo, ella puede que se acabe enterando, y el enfado será mayor. Debiste decírselo hace mucho tiempo.
Costia la miró a los ojos comprendiendo lo que Lexa decía, pero el miedo seguía ahí, y el miedo se transformó en angustia. Clarke la odiaría por callarse, y pensó que lo mejor era continuar en silencio, pero ahora, ante la posibilidad de que ella volviera con Niylah, sabía que debía decirle la verdad a su amiga.
Lexa abrazó a Costia cuando la vio a punto de llorar. Su corazón dolía al ver a la chica castaña sufriendo, eso nunca cambiaría a pesar de que su corazón dejase de latir apresurado por ella. Costia era su mejor amiga desde que tenía memoria, y verla sufrir era lo último que quería.
- Lo entenderá - repitió contra su hombro.
- ¿Cómo va a entender que su mejor amiga se callase que lleva años enamorada de la chica que rompió su corazón?
- ¿Qué?
Lexa se congeló donde estaba al escuchar la voz incrédula de Clarke, mientras que Costia se sobresaltó alejándose de la morena y mirando alarmada a la rubia.
- Clarke.
Durante mucho tiempo, Lexa odió quedarse a solas con Clarke y Costia. Se sentía extraño e incómodo, y sobretodo confuso. Era como si hiciera un viaje en el tiempo donde algo salía mal, y el presente y el pasado acababan colisionando y cambiando el futuro. Sentía que debía elegir siempre: a quién mirar o hablar más, al lado de quién sentarse...
Esa vez,sin embargo, no tenía escapatoria. Debía aceptar ver cómo el presente y el pasado chocaban y asumir los cambios que ese enfrentamiento traería en un futuro.
