181K 8.4K 754
                                    

No he vuelto a saber nada de Dean desde que se fue de mi casa. Estábamos pasándolo genial -o eso creía- cuando salió corriendo. Estos días le he mandado un montón de mensajes preguntándole si está bien o por qué se fue de aquella manera. He intentado llamarle, pero ignora mis llamadas o simplemente salta el buzón de voz.
He dejado pasar unos días para ver si se decidía a contestarme o a darme una explicación, pero después de 4 días, sigue sin contestar.
Al acabar las clases le pedí a Leslie que si podíamos parar en la cafetería antes de ir a casa, y aquí estoy, con el coche aparcado frente a la puerta. Desbloqueo mi teléfono y miro nuestra conversación. La conversación en la que hablo yo sola, ni un mensaje de su parte.

Domingo a las 13:17.
Dean, ¿estás bien?

Domingo a las 17:14.
¿Por qué te fuiste así? ¿Qué ponía en el mensaje?

Lunes a las 11:32.
Estoy preocupada, ¿por qué no contestas?

Martes a las 19:47.
¡Deja de ignorarme!

Martes a las 21:22.
¿Por qué no coges mis llamadas?

Esos son algunos de los mensajes de otros muchos. Claramente, me está ignorando. Eso o le ha pasado algo grave, cosa que por favor, espero que no haya ocurrido. Había empezado a cogerle cariño y yo no soy de las personas que se encariñan rápido con la gente.
Murmullo un "ahora vuelvo" hacia Leslie y bajo del coche colocándome bien la camiseta. Tiro de mi coleta para que se tense y quede más alta para seguidamente abrir la puerta.
Me vuelve a invadir ese olor dulce y tentador de siempre y miro a mi alrededor.
Hay alguna gente en las mesas de al lado de los ventanales que charlan, otras que leen y otras que simplemente miran a la gente que pasa por la calle. Yo sin embargo, estoy aquí por una razón totalmente diferente.
Me acerco a la barra y apoyo mis manos en la oscura madera. Me inclino hacia delante y de un pequeño salto me subo al taburete del mismo color.
Aparto la mirada de los bollos y galletas y miro a una chica joven con rasgos finos cuando se acerca a mí. Sonríe amable y le sirve un café humeante a un hombre de mediana edad que está sentado a mi lado. ¿Café ardiendo en un día caluroso? Es como si mamá hiciese sopa en mitad del mes de julio.
-¿Qué quieres tomar? -niego y respiro hondo. Acaricio la madera con las palmas de mis manos y me acomodo sobre mi asiento.
-Nada, gracias. ¿No ha venido Dean a trabajar? -miro a mi alrededor de nuevo pero no hay ni rastro de él.
-Oh, no. Se pidió el día libre hoy -asiente y empieza a preparar otros pedidos.
Frunzo el ceño confundida y curiosa.
-Está bien, ¿puedes decirle mañana que me pasaré sobre esta hora a verle?
-Mañana tampoco vendrá, lo siento -se encoge de hombros y alzo las cejas. Bajo del taburete después de darle las gracias y salgo de la cafetería.
Me subo al coche algo cabreada y cierro la puerta de un portazo. ¿Cómo se le ocurre desaparecer así, sin avisar? Está bien que nos conozcamos hace poco, pero yo pensaba que nos llevábamos bien. Pensaba. ¿Hice algo mal? ¿Dije algo que le molestara?
-Ni se te ocurra preguntar nada -levanto la mano hacia Les, que estaba a punto de abrir la boca. No quise responder ninguna de sus preguntas sobre Dean después del momento en la playa.
Ella asiente y arranca el coche. Conduce hacia mi casa y al llegar me despido de ella. Entro a casa y tiro la mochila al lado de la puerta suspirando. Hoy ha sido un día muy largo.
Unos chillidos empiezan a taladrarme la cabeza y ruedo los ojos llevándome las manos a la frente cuando veo a Jackson saltando emocionado hacia mí.
-¡¿Dónde está Dean, dónde está?! -suelto un gruñido exasperada y voy hacia la cocina con él siguiéndome por la espalda. Noto cómo mamá nos echa una mirada curiosa y sigue cocinando los macarrones gratinados. Sólo con el olor puedo distinguirlo. Los suyos son los mejores del mundo. Eso mejora un poquito mi día, pero solo un poquito.
-No está, Jackson. Dean no va a venir -le miro mal y su sonrisa pasa a ser un puchero.
-Pero... -frunzo el ceño arrepentida cuando veo cómo le tiembla el labio y él se echa a llorar- yo quiero a Dean... Es mi amigo...
Empieza a quejarse y a dar pataletas. Paso mis manos por mi cara frustrada y rechino los dientes.
-Mamá por favor, ayúdame -la miro suplicante y se acerca a él cogiéndole en brazos. Sigue siendo tan pequeño y menudo que mamá puede cogerle sin dificultad a sus 8 años.
-Si dejas de llorar dejaré que te comas un helado de postre. El que tú quieras -deja de llorar en segundos y sonríe contento. Rodea su cuello con sus brazos y se frota los ojos como un niño adorable.
Ruedo los ojos y me siento en la mesa. Es un niño muy listo e interesado.
Cuando mamá me sirve el plato de comida, lo devoro y lo termino en cinco minutos. Me levanto sin esperar a que terminen y lo dejo a lavar.
Subo a mi habitación sin decir ni una palabra y corro las cortinas. No sería la primera vez que pillo a mi vecino de 14 años mirando, pero no le culpo, yo a su edad también espiaba a mi antiguo vecino, que desgraciadamente ahora está en la universidad.
Me desvisto con prisa y me retoco la coleta. Saco mis shorts ajustados de deporte junto a un top del armario y lo tiro sobre la cama.
Dormiré un poco y después me iré a correr. Cuando tengo un mal día, es lo que más me apetece, y joder, ahora me muero de ganas.

*

Iba a salir a correr por la costa como he hecho estos últimos días, pero me apetecía un cambio. He salido a correr a un parque que hay a unos 15 minutos de mi casa.
Estoy corriendo alrededor del pequeño lago artificial que hay en el centro mientras miro a la gente en barcas que ríe o hace fotos. También hay niños jugando con sus barcos de juguete y pequeños patos en el agua. Pájaros revolotean en el cielo y otra gente corre, como yo. Algunos por gusto, otros por obligación y otros por despejar un poco la mente, como yo.
Jadeo y seco el sudor de mi frente con mi mano. Mi corazón late con rapidez y presiona mi pecho, dándome la sensación de que se saldrá en cualquier momento.
Estoy molesta con Dean. Sigo pensando en lo que pasó. Le doy vueltas y vueltas pero sigo sin entenderlo. ¿Qué excusa me pondrá? Eso si volvemos a vernos. ¿Y si no nos vemos más? Era simpático, pero ahora me empieza a parecer un idiota.
Bueno, al menos me regaló su sudadera y me dio un café gratis. Café que por cierto, juzgó por echarle demasiada leche y azúcar. Me burlo de él en silencio cuando noto que alguien chilla mi nombre. Me giro y de un momento a otro, siento mi cuerpo tambalearse. Sin poder evitarlo, caigo al suelo lleno de arena y pequeñas piedras que se clavan en las palmas de mis manos dejando pequeñas marcas y arañazos. Hago una mueca mirándolas y froto mis rodillas. Se levantó algo de piel y escuece muchísimo.
Levanto la cabeza para encontrarme con una mirada preocupada. El chico me suena, tengo claro que le conozco.
Él me tiende la mano y cuando me levanto, le observo mejor de cerca. Muy de cerca.
Doy un paso hacia atrás cuando caigo que es uno de los amigos de Dean. Lo conocí en la playa.
-Sophia, ¿verdad? -sonríe levemente y yo sigo sin expresar ninguna emoción. Estoy confundida. Por la caída y por él. Todo ha pasado demasiado rápido-. La amiga de Dean.
Bufo por lo bajo y murmullo para mí misma.
-Sí, amiga... -él frunce el ceño y doy gracias por que no me haya escuchado-. Decía que sí, que soy Sophia, su amiga.
-Genial -asiente sonriendo-. ¿Estás bien? Fue una mala caída.
Baja la mirada a mis piernas y hace una mueca al ver las raspaduras de mis rodillas.
-Creo que tendremos que ponerle un poco de hielo a eso -me coge de la mano y yo abro los ojos sorprendida. Trago saliva nerviosa y le sigo.
-¿De dónde vas a sacarlo? -le miro curiosa y le suelto cuando se gira hacia mí.
-Siéntate aquí, ahora vuelvo -frunzo el ceño confundida pero termino por hacerle caso. Acaricio la fina hierba con mis manos mientras le miro acercarse a un puesto de helados. El hombre le da dos de ellos y el amigo de Dean -no me acuerdo de su nombre-, le da unos billetes a cambio.
Se acerca trotando hacia mí y se agacha delante de mis piernas. Las flexiono encogiéndome un poco y él las agarra con sus manos. Las estira de nuevo, como estaban hace unos segundos y me da uno de los envoltorios con el dulce y frío helado dentro.
Lo cojo sonriéndole agradecida y lo abro.
Tiene forma de cohete, y por lo que parece, está hecho de algo que creo que es coca-cola, limón y un pequeño trozo de chocolate en la punta.
El chico coge su helado y lo lleva a mis rodillas. Siento un escalofrío al sentir el contraste de mi cuerpo sudoroso y el frío del helado y mi piel se eriza. Él suelta una pequeña risa por lo bajo y lo pasa a mi otra rodilla.
Yo me llevo el mío a mis labios y empiezo a chuparlo.
Me mira sonriendo y se sienta sin apartarse de mis rodillas.
-No sabía que corrías, es guay -se encoge de hombros sin perder la sonrisa-. Pensaba que las chicas preferíais quedaros en casa eligiendo el conjunto que vais a poneros al día siguiente o intentando haceros estilos de maquillaje nuevos.
Siempre piensan que todas somos iguales.
Río con el helado dentro de mi boca y lo saco para hablar.
-Bueno, yo no soy así. Prefiero correr. Empecé como hace un año. Ah, y... Ehhh...
-¿Mi nombre? Es Ethan. Me di cuenta de que no te lo sabías cuando en la playa me llamaste Nathan.
Hago una mueca algo avergonzada y sonrío como disculpa.
Siento mis mejillas volverse carmín y me encojo de hombros.
-¿Lo siento? -río levemente volviendo a comer de mi helado y él al fin abre el suyo.
-Acepto tus disculpas sólo porque me caes bien. Eres una chica guay, diferente -sonríe mordiendo un trozo de chocolate y me sonrojo un poco más-. Me gustas.
Mi cara cambia de avergonzada a horrorizada y él suelta una carcajada.
-No en ese sentido. Todavía -alza las cejas pícaro y me da un pequeño manotazo en la pierna.
¿Todavía?

N/A:
Aquí os traigo otro capítulo más. Nos queda muy poco para llegar a las 10k lecturas! Gracias de nuevo, nunca pararé de decirlo.
Por cierto, ¿qué creéis que puede estar pasándole a Dean? Quiero leer vuestras teorías 😏
¿Os gusta Ethan? (Está inspirado en Ethan Dolan, mi bebé ❤️)
Bueno, ¡hasta el lunes!

MíaWhere stories live. Discover now