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Leed la nota final, por favor.

Instagram: mariaxng

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Me desperezo en la cama parisina cuando Dean agita mi cuerpo con suavidad a mi lado. Anoche aterrizamos en el aeropuerto de Beauveais-Tillé y después nos marchamos en taxi hacia el hotel. Las casi once horas de vuelo me dejaron KO y echa polvo.

Cuando llegamos, la cosa entre Dean y yo se calentó -como ha pasado algunas veces desde que nos acostamos por primera vez-, pero debido al cansancio no se quedó más que en besos y caricias. A veces pienso que es inagotable, siempre tiene muchísima energía y me agoto con tan solo mirarle.

Su pecho desnudo se pega a mi espalda y besa mi mejilla por detrás. Bostezo y agarro mi móvil de la mesilla. Abro los ojos horrorizada al ver los números de la pantalla, me ha despertado a las ocho de la mañana.

-¿Es que a ti no te afecta eso del jet lag? -bufo adormilada por lo bajo y él ríe en mi oído.

-No, contigo siempre estoy más que despierto -le miro por encima del hombro alzando una ceja y sonríe divertido después de darme un beso casto en los labios-. Además, no hemos venido a París para dormir.

-Lo sé, pero... -intento quejarme.

-Pero nada, mueve este bonito culo -lo agarra por debajo de las sábanas y da un leve apretón haciéndome despertar un poco más- y dúchate, vístete, maquíllate o lo que haga falta. Coge tus cosas y nos vamos.

Ruedo los ojos rindiéndome. Tiene razón, no sé si volveré a visitar esta ciudad algún día y quiero aprovechar al máximo este viaje con él, aunque eso signifique tener que echarme dos kilos de maquillaje en la cara para tapar las ojeras. Me levanto arrastrando los pies y doy un pequeño respingo cuando me da con la mano abierta en una cacha. Le saco el dedo de en medio desapareciendo en el baño y él me lanza un beso sonriente.

Me desnudo esperando a que el agua se caliente y suelto un quejido al verme en el espejo. Estoy horrible, no sé cómo Dean puede quererme con esta cara de cadáver recién salido del cementerio. Él siempre está tan guapo... Aunque no lo intente.

Me doy una ducha de unos cuantos minutos mientras escucho algo de música tarareándola. Con una mano despejo el espejo empañado y me anudo una toalla alrededor del cuerpo. Me seco el pelo y me maquillo hasta que me veo bien.

Cuando salgo, me encuentro con Dean ya vestido y peinado. Se ha puesto una camiseta y pantalones básicos junto a una chaqueta de color verde militar. Me asomo a los ventanales y hago una mueca al ver todas las nubes grises cubriendo el cielo. Me agacho al lado de la maleta. Es enorme y está a rebosar.

-Qué mal día...

-Sí, bueno. En París no suelen ver mucho el sol -abro la cremallera y hago un esfuerzo por no desmontar todo.

-Nunca entenderé por qué las chicas tardáis tanto en el baño -se tumba bocabajo mirándome al borde de la cama y sonríe picarón-. Claro, ya he caído -chasquea su lengua-. Sabes que si tienes ganas yo puedo ayudarte, así ahorramos tiempo y a mí me das el gusto -abro la boca avergonzada y le tiro lo primero que pillo.

Mis bragas blancas de encaje le dan en la cara y las coge sonriendo burlón.

-¿Así que esto es un vale? Podías decírmelo con palabras, cielo. No tenías por qué mandarme indirectas lanzándome tu ropa interior -ríe al ver mi cara roja como un tomate maduro y le doy con fuerza en el pecho. Él solo ríe más. Seguro que mis golpes son como cosquillas para él.

-Cállate, eres un idiota -bufo rebuscando algo que ponerme y me sorprendo cuando tira de mi muñeca hacia él. Dejo que me siente a horcajadas sobre sus caderas y le miro cruzándome de brazos sin conseguir aliviar mi sonrojo todavía.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora