8. ¿cuántas noches has deseado que alguien se quedara?

10.8K 1K 363
                                    

8. ¿cuántas noches has deseado que alguien se quedara? (quedándote despierto sólo deseando que esté bien)


Tras compartir unas galletas que Alec tenía en su mochila y que Magnus le dejase poner su botella de agua fría contra su mejilla para bajar la hinchazón, el ojizaul se dio cuenta de que se encontraba aún más cerca del moreno, como si sus cuerpos fueran polos opuestos que no podían evitar atraerse el uno al otro. Allí, escondidos en las sombras del desván de la biblioteca, estaban prácticamente pegados el uno al otro, sus piernas rozándose, sus espaldas pegadas contra la pared.

"Y, dime" empezó Alec "¿por qué siempre subes aquí?"

"Este lugar no lo conoce casi nadie y, los que lo conocen, son demasiado cuidadosos en no subir por el cartel de la escalera. Aquí tenía intimidad y podía estar solo sin que nadie me molestara" Magnus sonrió levemente, un hecho que maravilló un poquito al nefilim "Bueno, hasta ahora. Tú estás aquí."

"Y tú no me has echado a patadas" alzó las cejas Alec con una sonrisa brillante en su rostro, chocando su hombro contra el de Magnus.

"Todavía" puntualizó Magnus.

"Debo admitir que tu escondite secreto es guay."

"¿Guay? No es guay, es deprimente."

Alec quiso alisar con sus dedos las arruguitas de la frente de Magnus cuando frunció el ceño.

"No, no lo es. Es tranquilizante tener tu propio sitio en el mundo. Si quieres escapar de algo, puedes refugiarte aquí..."

Cuando Magnus no dijo nada, Alec lo miró y se sorprendió cuando dos pares de ojos amarillos lo miraban con intensidad.

"Alexander, ¿de qué quieres escapar tú?" preguntó Magnus, su voz grave sonando seria, sus ojos analizando su reacción.

Alec se quedó callado, sopesando la pregunta. ¿Él en verdad quería escapar? Sí, él sabía que sí. Pero exactamente no sabía de qué.

Finalmente, se encogió de hombros, sin tener ninguna respuesta. Se quedaron en silencio unos segundos más, en el que Alec no pudo evitar admirar el perfil de Magnus, dorado, sus ojos delineados con negro.

"Tus ojos son tan raros" susurró Alec.

Magnus sonrió sin poder evitarlo, formando arruguitas en las esquinas de sus ojos. Alec tuvo que parpadear varias veces para salir de sus ensoñaciones.

"Si supieras cuantas veces me lo han dicho..."

"Es que, es verdad, son amarillos... Como los de mi gato, Iglesia."

Magnus le miró con una ceja alzada.

"¿Tu gato se llama Iglesia?"

"No elegí yo el nombre, en realidad no sé quién le nombró así" Alec sonrió, meneando la cabeza. "Ni siquiera tengo algún control sobre mi propio gato."

"¿Qué quieres decir con "ni siquiera tengo algún control"?"

"Lo que quiero decir es que, ¿cómo voy a tener el control sobre un gato si no tengo el de mi propia vida?" Alec apretó los labios, formando una dura línea "Prácticamente todo el mundo tiene poder sobre mi mismo, menos yo."

"¿Cómo es eso?"

La mueca de confusión que portaba Magnus en su rostro, cejas fruncidas y labios curvados hacia abajo, casi le arrancaron una risa al ojiazul.

"Mis padres deciden todo por mí, sigo las reglas de mis amigos, tengo que ser lo que quieren que sea, aquí, en el instituto... A veces me pregunto si, mi verdadero yo, está dentro de mí, esperando para escapar, y lo que soy ahora es solo una sombra, un muñeco triste y manipulable en las manos de los demás." Alec rio con tristeza. "Mírame, soy un maldito cobarde que teme la opinión de los demás si se declara homosexual. Y, supongo que eso nunca va a pasar, pues en cuanto termine el año, iré a la universidad y estaré comprometido con Lydia, destinado a pudrirme trabajando en la empresa de la familia y teniendo hijos con una persona que amo pero que no me atrae sexualmente."

I think I'm in love again « malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora