29. escritas sin un final

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29. (las páginas entre nosotros) escritas sin un final

No supo exactamente que le había despertado; si el brillante y nada calido sol de Enero o los gritos que hacían eco en la habitación. Se acurrucó más contra el cuerpo suave y firme detrás de él, pero algo le agarró de manera brusca y lo separó en un movimiento rápido de la fuente de calor.

Alec abrió los ojos, desorientado sobre el suelo. Lo primero que vio fue el techo de su habitación, y lo segundo, a Magnus sobre la cama de sábanas revueltas, mirando a algo o a alguien con ojos asustados. Estaba intentando decir algo, pero las fuertes y venenosas voces no le dejaban proseguir.

Alec hizo el esfuerzo de sentarse, un horrible olor recorriéndole desde la parte baja de su cuerpo hasta la cabeza. Que él recordase, el día anterior no había bebido nada, solo había estado con Magnus en su habitación y...

Oh.

Sus ojos se abrieron ampliamente, su iris azul haciéndose más luminoso gracias a la luz. Miró a su espalda, temiéndose lo peor mientras giraba lentamente.

Mierda.

Sus padres.

Allí estaban, vestidos de punta en blanco, como siempre. Lo que había cambiado exactamente eran sus rostros, siempre estoicos y profesionales, ahora llenos de decepción, asco y enfado. Observaban a Alec como si no fuera su hijo, como si fuera la aberración más abominable del mundo, como si quisieran matarle y olvidarse de que alguna vez había existido. Pero, no era de extrañar. Alec estaba completamente desnudo después de haber estado abrazado en la cama, por, mierda, otro chico desnudo. Y la habitación, olía a sexo, sudor y, como los vestuarios del campo de fútbol (a semen).

¿Desde cuándo habían estado allí? ¿Desde cuando habían empezado a gritar? Alec seguía medio dormido, agotado aún por lo que había hecho la noche anterior.

"Mamá..."

"¡Depravado sexual! ¡Pervertido! ¡Voy a llamar a la policía! ¡Esto se llama violación!" Gritaba su madre, la que alguna vez le había mirado con ojos llenos de amor en su infancia. Sus ojos ardían como el fuego y su voz se podía oír al otro lado del barrio. Posiblemente todos sus vecinos se estaban enterando de lo que estaba gritando a los cuatro vientos.

Pero, espera. Rebobina. ¿Violación?

Se levantó rápidamente, quedando de pie. Sus padres se callaron enseguida, porque estaba de la manera en la que había sido traído al mundo. Alec cogió un extremo de la sábana, avergonzado, y se tapó lo mejor que pudo.

"No llaméis a la policía." Dijo, intentando que su voz saliera tranquila. Si ambos lados empezaban a gritar, aquello no iba a llegar a ninguna parte. Aunque Alec estaba malditamente aterrorizado, por lo que podrían hacerle sus padres.

"Alexander Gideon Lightwood" dijo su padre, que ni siquiera le podía mirar a la cara. El corazón de Alec se empezó a romper. "Dejamos una gran importante reunión porque nos enteramos de que has ganado el campeonato y decidimos venir para darte una sorpresa, ¿y qué nos encontramos?"

"Padres..." Intentó Alec, pero fue interrumpido de inmediato. Se sentía más y más pequeño por cada segundo que su madre le miraba de aquella manera.

"Espero que tengas una buena explicación para esto."

Alec miró a Magnus, quien intentaba cubrir lo que mejor que podía su cuerpo desnudo con las mantas. Sus miradas se unieron, y, Magnus estaba temblando. Temblando de terror.

La vena protectora de Alec fue a aparecer en ese momento, y tapó a Magnus con su cuerpo para que sus padres no le pudieran ver.

"Creo..." Tragó saliva, llenándose de valentía. "Creo que esto no necesita explicación, mamá."

I think I'm in love again « malecWhere stories live. Discover now