Capítulo 2

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Capítulo 2

Mercurio estaba compuesto por cinco grandes ciudades: Melville, Caloris, Bermini, Chao Meng-Fu y Nifelheim.

Caloris era la ciudad capital del planeta: un inmenso paraje subterráneo en cuyo interior, diseminados por los miles de kilómetros cuadrados que la conformaban, había diez explotaciones mineras de sodio y potasio, cerca de ochenta localidades y más de veinte millones de personas.

De las cinco ciudades, Caloris era la única desde la cual se podía acceder al resto dada su privilegiada localización. Para ello, construidos en el primer nivel subterráneo, había millares de túneles a través de los cuales circulaban todo tipo de transportes públicos. Además de ello, Caloris contaba con unas condiciones de habitabilidad bastante mejores que en la mayoría del resto de ciudades. En sus calles el aire era relativamente puro, al menos lo suficiente como para no tener que llevar máscara, y el alimento no solía escasear. Los fallos energéticos eran constantes, como en cualquier otro lugar, pero al menos contaba con varios generadores de emergencia que, en caso de colapso, podía mantener la ciudad activa durante al menos una semana.

La segunda ciudad más importante del planeta era Bermini. Su nombre venía dado por un antiguo artista terrícola, y se adecuaba a la perfección con el encanto de sus más de cincuenta y seis localidades y veinticinco explotaciones ya que, de todas, aquella era la ciudad más rica.

Bermini era un lugar tecnológicamente muy avanzado cuyas explotaciones alcanzaban el segundo y el tercer nivel de profundidad. Aquello implicaba que, además de añadir el hierro a los materiales que recolectaban, la mayor parte de la plantilla de las explotaciones no era humana. De hecho, tan solo seis millones de habitantes eran humanos. El resto, más de ochenta millones, eran androides que, al servicio de los operarios, se adentraban en las profundidades de la tierra para realizar las tareas que las condiciones imposibilitaban a los humanos.

Melville era la ciudad más pequeña de todas, aunque no por ello la menos importante. El haberse convertido en el centro de formación planetario le había permitido escalar un par de escalones. No obstante, jamás lograría hacer sombra a las auténticas capitales del planeta: Caloris y Bermini.

Chao Meng-Fu era la cuarta capital del planeta, la de mayor tamaño con más de doscientos veintiocho localidades y 54 millones de personas en sus entrañas, pero también la más empobrecida. Siendo la más alejada del núcleo, Chao Meng-Fu albergaba en sus tres niveles sesenta y siete explotaciones en las que los operarios trabajaban a destajo con condiciones infrahumanas perfectamente confundibles con el esclavismo. Sus condiciones de vida eran las peores con diferencia, obligando a la gente a vivir recluidos en sus habitáculos con máscaras, la esperanza de vida terroríficamente baja, alrededor de los cincuenta años, y sus enfermedades y epidemias, además de constantes, demoledoras.

Con diferencia, Chao Meng-Fu era el peor lugar en el que vivir.

Finalmente se encontraba Nifelheim, la localización con el número de habitantes más pequeño después de Melville, apenas tres millones de habitantes, pero con las mejores condiciones de vida con diferencia. Nifelheim, situado en la franja superior del planeta, era la única ciudad cuya estructura había logrado sobrevivir al Gran Colapso. Gracias a ello y al gran esfuerzo de sus habitantes, los cuales se habían negado a abandonarla a pesar de la insistencia de las flotas de rescate, la localización gozaba de unas condiciones de vida y unas hectáreas de naturaleza embotellada en la superficie que les diferenciaba, entre otras cosas, del resto de ciudades. Por lo demás, Nifelheim cumplía con las características básicas del planeta: veintisiete localidades subterráneas, seis explotaciones y, por supuesto, pobreza y enfermedad.

Antes de convertirse en el planeta que actualmente era, Mercurio había vivido dos largas y complicadas etapas.

La primera colonización del planeta databa de casi trescientos años atrás. En aquel entonces Mercurio era un planeta de condiciones impracticables hasta entonces desierto y apenas descubierto. Los estudios que había al respecto, únicamente habían logrado informar sobre aquello que el planeta albergaba en su superficie y el primer nivel de profundidad: sodio y potasio en grandísimas cantidades. Conscientes de la alta demanda de dichos materiales en el mercado, el Reino había decidido lanzar su primera expedición al planeta formada por cien hombres y un millón de androides.

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