Capítulo 17

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Capítulo 17

 Adam Anderson y Bastian Demirci llevaban apenas siete minutos esperando en el salón principal de la Fortaleza cuando, seguido por Daniela, Van Kessel irrumpió en la sala. Venía con prisas, dispuesto a finiquitar el asunto lo antes posible y poder volcarse de lleno en Erinia y su confesión, pero también con la esperanza de que fuesen buenas noticias lo que su buen amigo traía consigo.

Por desgracia, con tan solo mirarle a la cara supo que, nuevamente, la fortuna no les sonreía.

—Adam —saludó Van Kessel tendiéndole la mano—. Siento haberte hecho esperar. Bastian, me alegro de verte.

—No importa —respondió Anderson tras estrecharle la mano con firmeza. Seguidamente, Bastian repitió la acción—. No creo que vaya de diez minutos arriba, diez minutos abajo. ¿Nos sentamos?

—¿Lo crees necesario?

—Oh, sí. Lo es, por supuesto.

Siguiendo órdenes de Van Kessel, Daniela salió de la sala en busca de un mayordomo para que se encargase de servir unas bebidas calientes. A continuación descendió hasta la sala de control del salón y activó la chimenea eléctrica. La temperatura ambiente era agradable en toda la Fortaleza, pero la luz de las llamas permitiría bajar la luminosidad de los globos de luz lo suficiente como para poder crear un ambiente agradable.

Realizados los cambios, Daniela regresó al salón y tomó asiento en los cómodos sillones donde, tras un breve intercambio de palabras, los dos Parentes y Bastian se habían acomodado. Pocos minutos después, Douglas, uno de los camareros, se apresuró a servir cuatro tazas de café con menta, al gusto de Van Kessel.

—¿Y bien? Ilumíname, Adam. ¿Qué nuevas me traes? —Aidur tomó la taza y le dio un largo sorbo—. ¿Te manda Novikov? Porque si es así creo que necesitaré que esté presente mi abogado también.

—Más quisiera esa bruja; no tengo trato apenas con ella —respondió Anderson—. Intentó contactar conmigo pero, casualmente, mis redes estaban saturadas por lo que fue imposible realizar la conexión. Buen trabajo, Bastian.

Demirci respondió con una leve sonrisa visiblemente forzada. Al igual que el resto de miembros del equipo de Anderson, Bastian aún sufría la pérdida de sus queridos compañeros.

—Tengo entendido que Novikov ahora se mueve en otras esferas —apuntó Daniela—. El gobernador y sus lameculos, entre otros.

—Así es, querida Nox —secundó Adam—. Novikov ha pasado de mezclarse con Parentes a codearse con el gobernador y el maestro. Todo un avance. Sus agentes, sin embargo, siguen revoloteando por el planeta, molestando. Cruz se ha hecho con la policía de Nifelheim y, a día de hoy, va abriendo puertas a patadas para registrar una a una todas las viviendas. Por lo que sé, ese tipo se está volviendo loco buscando a los Tremaine.

Un escalofrío recorrió la espalda de Aidur al escuchar aquellas palabras. Imaginaba que la búsqueda proseguiría su cauce habitual, con interrogatorios, redadas y búsquedas exhaustivas, nada más. ¿Cómo imaginar que el agente de Novikov se volvería loco? ¿Es que acaso Novikov estaba perdiendo el juicio? Después de todo, ¿qué importancia tenían los Tremaine para ellos? Los realmente importantes, los antiguos, ya estaban en su poder. ¿Qué importancia podían tener una mujer y su hijo?

Frunció el ceño. Empezaba a temer lo peor.

Consciente de su cambio de actitud, Adam se llevó la taza a los labios y borró la sonrisa. A diferencia de la mayoría, él sí sabía lo delicado que podía llegar a ser aquel tema para Van Kessel.

—Daniela, preciosa, ¿qué tal si le enseñas a Bastian vuestra biblioteca? Creo que aún no conoce a Rick.

—Creo que prefiero presentarle a Guzmán —respondió ésta con tono burlón—. Al menos él no apesta a aceite.

ParenteWhere stories live. Discover now