Capítulo 22

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Capítulo 22

Durante ocho minutos recorrieron los distintos túneles que componían la única vía de escape en soledad, acompañados únicamente del estruendoso sonido de las máquinas que aguardaban más allá de las paredes de piedra. Ninguno de los dos sabía hacia adonde se dirigían salvo que la salida se hallaba en lo más alto del camino. La salida y, por supuesto, el enemigo. Tanto ellos como el resto de prisioneros habían sido encerrados en lo que parecía ser lo más profundo de un pozo por lo que era cuestión de seguir ascendiendo hasta, al fin, dar con la salida.

Tras recorrer varios túneles y salas vacías Finn y Tanith alcanzaron los alrededores de una sala algo más grande en cuyo interior encontraron los primeros signos de vida. Lejos de tratarse de los seres que les habían atrapado los habitantes eran gruesos roedores y alimañas que, desperdigados entre las distintas cajas y contenedores que llenaban la sala, iban y venían a gran velocidad, despavoridos. Al verles aparecer de entre las sombras, los animales corrieron a ocultarse en los rincones más oscuros del lugar, a la espera de quedar solos de nuevo. Aquel lugar era de paso por lo que era cuestión de tiempo que se fueran. Y así hicieron. Tal y como llegaron, Tanith y Finn se detuvieron tan solo unos segundos antes de seguir avanzando. En apariencia el lugar parecía seguro por lo que, en caso de necesidad, volverían para ocultarse.

Y así lo hicieron.

Pocos minutos después de atravesar la sala, los dos nifelianos regresaron con paso apresurado, alertados por la inminente llegada de una pareja de guardianes. Corrieron tras la columna de casi dos metros de cajas de madera apiladas y, convertidos en dos estatuas, se escondieron. Pocos segundos después, avanzando a grandes zancadas, dos altas y esbeltas figuras atravesaron la sala armadas con lo que parecían ser alabardas. Por la velocidad con la que avanzaban era de suponer que aún no sabían nada, pero su destino era evidente.

Esperaron unos segundos más a que se perdieran en los túneles para empezar a correr. Ahora sí, muy a su pesar, había empezado la cuenta atrás.

Recorrieron el siguiente túnel en apenas diez segundos, presas del pánico. Una vez al otro lado de éste salieron a una amplia sala dividida en dos alturas en la que, por fin, había auténtica presencia de vida. Se trataba de un gran almacén dividido en dos plantas lleno de bidones abiertos y cofres llenos de un material blanco parecido al azúcar en cuyo interior, en la planta baja, moviendo y apilando cajas de un lado a otro, había al menos dos de aquellos seres. Alertados por su presencia, Tanith y Finn corrieron hacia el lateral derecho donde se hallaban las escaleras de ascenso. Las dos plantas estaban separadas únicamente por una malla metálica que hacía la función de suelo, pero tal era la oscuridad del sombrío lugar que ambos confiaban en poder pasar desapercibidos. Así pues, una vez ascendidas las escaleras, ambos empezaron a recorrer la sala muy lentamente, vigilando cuidadosamente cada uno de sus pasos.

—¿Y ahora? —murmuró Tanith tras alcanzar el otro extremo de la sala.

Mientras que en el piso bajo había una puerta a través de la cual se podía continuar avanzando, en el superior únicamente había una pared con varios respiraderos y enormes cubos traslúcidos con un viscoso líquido color anaranjado en su interior.

—Déjame pensar...

Finn lanzó un rápido vistazo a su alrededor. No era la primera vez que estaba en un almacén. A lo largo de su vida había visitado decenas de lugares como aquel, y creía saber más o menos su funcionamiento. Además, simplemente era cuestión de echar un vistazo a su alrededor para saber que, en algún lugar, tenía que haber un elevador de mercancías.

—Tiene que haber algún sistema para mover las cajas. Fíjate, hay algunas que son enormes: esos tipos no han podido subirlas...

Tanith siguió la mirada de Finn. Ciertamente, había algunos depósitos de gran tamaño que difícilmente podían ser trasladados sin ayuda de maquinaria. Aquello le recordaba a los almacenes mineros. En algunos de ellos había montacargas a través de los cuales se podía realizar el movimiento de material. No obstante, en la mayoría, eran los sistemas de poleas y los elevadores manuales los que imperaban.

ParenteWhere stories live. Discover now