Capítulo 3

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Capítulo 3

—¿Ha ido todo bien?

—Francamente bien, Daniela; mejor de lo que esperaba. ¿Ha llegado ya Adam?

—En media hora, Parente. Lo tengo ya todo preparado; la cena, la presentación holográfica... únicamente me faltan los últimos datos de la misión para acabarla. ¿Le parece bien que se los mostremos?

Aidur lanzó los guantes sobre la cama y se desabrochó las botas. El abrigo y la máscara, entre otras cosas, lo esperaban allí, desordenados. Una vez acabase de desvestirse y entrase en la ducha, un androide de limpieza entraría para encargarse tanto del desorden como de la limpieza y planchado de las prendas.

—Fantástico. Adam se va a quedar boquiabierto. Cógelos de mi consola, la tengo en el bolsillo interior del abrigo. Voy a darme una ducha. ¿Todo bien por aquí?

—Por supuesto.

—Perfecto.

Más contento de lo habitual gracias al éxito de la misión, el Parente acabó de desnudarse y se adentró en el amplio y lujoso baño de su celda. Para muchos habitantes del planeta, el tamaño de aquella estancia equivaldría al de su propia vivienda, pero dada la posición privilegiada del Parente los arquitectos no habían escatimado ni en espacio ni lujos. Aidur disponía de una celda de tamaño más que considerable, muebles y tecnología de última generación de refinado gusto y un armario repleto de ropa de la más alta costura.

Vivía, como se solía decir vulgarmente, como un rex.

Claro que, por supuesto, no era el único. Al igual que él, todos sus asistentes, Daniela incluida, disponían de unas habitaciones y unas posesiones que ni tan siquiera en sueños hubiesen creído poder poseer jamás.

—Si necesita algo estaré en el salón, Parente.

Daniela aguardó a que el agua empezase a caer en la ducha para sacar la consola del bolsillo de su abrigo y salir al corredor. Una vez fuera se encaminó hacia el piso inferior con paso firme, dispuesta a no fallar más veces aquella noche.

A Daniela no le gustaba mentir a Aidur. En algunas ocasiones tenía que hacerlo para protegerle de sí mismo, pero incluso así le disgustaba tener que hacerlo. Después de todo lo que el Parente había hecho por ella, le parecía injusto y desleal ocultarle según qué cosas. No obstante, no tenía otra opción. Siendo posiblemente la que mejor le conocía de todo el castillo sin contar a Thomas Murray, no tenía otra opción que ser la que tomase las decisiones. Así pues, por mucho que le disgustase, por el momento era mejor que no lo supiese.

Aunque, siendo realistas, en el fondo era cuestión de horas de que se enterase. En cuanto viese que faltaba Thom a la mesa su mascarada se vendría abajo, pero algo era algo.

Daniela entró en su despacho y tomó asiento frente a su terminal portátil. Además de cuidar de la fortaleza y de sus residentes entre otras cosas, Nox era la encargada de presentar el material del Parente públicamente. Aquello provocaba que, noches como aquella, pasase muchas horas delante de la pantalla dando forma a los informes de su Parente. De aquel modo, aunque prácticamente nunca le acompañase, siempre era consciente de todo cuanto sucedía en su vida. Daniela conocía todas sus expediciones, los resultados obtenidos y sus opiniones al respecto; conocía a los nuevos aliados, a los enemigos y a aquellos que pasaban de largo sin dejar huella alguna en su existencia.

Daniela lo sabía absolutamente todo, incluido los detalles más privados; incluso aquellos que Aidur había intentado ocultarle. Detalles como que, por ejemplo, tras la muerte de su madre había pasado unos cuantos años en un orfanato, en Nifelheim; que allí había conocido a Thomas y a Tanith siendo los tres niños y que, el padre de esta, un personaje de gran importancia en la zona, se había convertido en su protector. 

ParenteWhere stories live. Discover now