Cap. XXXIII - Secuencia

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Luca

―La Reina Anabeth se encuentra desaparecida ―se escuchó decir en un silencio demasiado estridente al Rey Eduardo.

De momento y como si se hubiese encendido un camión de pólvora, el murmullo y el terror comenzó a sentirse y disiparse en medio de todos los que hacían vida en el Palacio Real, los cuales se encontraban por órdenes reales en el gran Salón Principal.

―Les pido por favor que guarden la calma ―la voz del Rey trataba de sonar lo más acompasada posible―. Sé que nos encontramos en una situación difícil, y que muchos de ustedes estos últimos días, duros días para cualquier bernabense, se han sentido asustados, contra la pared. La noticia de la traición de mi hijo, el que iba a convertirse en su Rey, es algo que todos deben de saber a la perfección y el hecho de que la Reina Anabeth, mi esposa, se encuentre desaparecida, supone un nuevo golpe a la seguridad de todos nosotros.

―¿Cómo puede si quiera hablar de seguridad, su Majestad, si la mismísima Reina ha caído en las manos del Príncipe? ―inquirió una voz en medio de la multitud, la cual claramente se vio acallada por la osadía de semejante pregunta.

―Se que para todos nosotros es difícil pensar más allá de la amenaza que mi hijo ha sembrado en el reino, pero no apuntemos directamente a esa conclusión. La Reina Anabeth fue vista saliendo de Palacio muy temprano la mañana de hoy en su carruaje privado, antepuso su autoridad a mis órdenes. Pensamos que la tormenta de esta tarde pudo haberla perjudicado de alguna manera y tenemos a una gran cantidad del Áscar en su búsqueda, haremos lo posible para encontrarla sana y salva.

Los murmullos volvían a hacerse audibles, nadie creía absolutamente nada.

Aunque Luca confiaba plenamente en el Rey Eduardo ―y no por el simple hecho de deberle todo lo que le debía, sino porque estaba seguro de sus capacidades―, tampoco podía hacerlo. Nadie sabía con certeza qué era lo que estaba sucediendo en el reino, pero muchos eran los rumores que se esparcían y ninguno mejor que el otro. Desde la traición de Antonio todo se había salido de control, la desaparición de la Reina sólo servía para avivar la llama que Nínive había creado en todo el feudo, y ya se sabía cuál había sido su fatal desenlace.

―El reino se encuentra pasando por momentos difíciles, eso bien lo saben ―prosiguió el Rey haciendo caso omiso de lo que se debatía a susurros en el lugar―. Y no estoy dispuesto a perder a absolutamente nadie más, deben de creerme cuando les digo que este Palacio es el lugar más seguro en todo San Pablo Bernabé para ustedes. Desde este momento y hasta nueva orden, queda terminantemente prohibido cualquier salida o entrada a menos que sea autorizada exclusivamente por mí. Cada quien se encontrará en donde le corresponde estar, no se permitirá ningún tipo de acto confuso o fuera de las normativas. Las horas de actividad serán regularizadas por igual. Esto que estoy haciendo lo hago únicamente por su seguridad, en estos momentos la seguridad de todos es mi único cometido. No tengo absolutamente más nada que comunicar, pueden retirarse.

Luca posó su mirada en la Princesa, había querido evitar encontrarse con ella desde que se había comenzado a disipar la noticia de la desaparición de la Reina. ¿Cuánto más podría soportar? ¿Qué pasaría si efectivamente esto fuera otro plan de su hermano, de Antonio? Podía verse la marca de cansancio y dolor en sus ojos, había estado llorando una vez más, ¿y cómo podría él consolarla? No solo no encontraba palabras, sino que ahora ¿cómo podría acercarse a ella cuando tenía guardias tras de sí llevando a cada quien hasta sus respectivos aposentos?

Comenzó a caminar a lo largo del Palacio, mientras la noche comenzaba a caer cada vez más densa. Aparte de Elizabeth y quizás del mismo Rey Eduardo, había otras cosas que no dejaban descansar a su tormentoso pensamiento. El Caballero Rafael de la Torre había cumplido su promesa tal cual había anunciado, se había marchado de Bernabé y había dejado al gran amor de su vida en sus manos, pero surgía la pregunta, ¿a dónde estaba yendo? ¿Qué era lo que se cernía alrededor de él? Recordaba que lo había escuchado hablar de cómo el feudo lo necesitaba, de cómo no había lugar más seguro que el Palacio para ellos, ¿tendría todo esto que ver con Antonio? ¿O es que acaso había algo más?

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