Cap. XXXVI - El Último Sacrificio

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Luca

Él apreciaba cada espacio de su piel, la cual refulgía como si estuviese hecha de los más preciosos diamantes, al contacto con la media luz que los envolvía.

No creía el lugar en donde estaba, no podía creer lo que acaba de pasar. Se sentía la persona más afortunada, más feliz de todo el mundo. ¿Qué más podría pedir? La vida es un eterno camino de buscar las cosas que creemos que necesitamos, las cosas que creemos que nos hacen felices, cuando lo que verdaderamente no se sabe es que son aquellas que llegan por sorpresa las que verdaderamente marcan la diferencia, son ellas las que realmente cambian tu mundo para siempre.

Eso era Elizabeth para él. ¿Cómo podía pensar en algo más cuando lo único que deseaba era permanecer así para siempre? Sabía que todo esto podía ser un error, lo había sabido desde siempre, se sentía culpable, se sentía egoísta, pero al mismo tiempo, nunca te alejas de la felicidad cuando es ella la que supera todas las expectativas.

Sin que pudiera predecirlo los hermosos ojos azules de la dama que contemplaba se abrieron, posando su mirada sobre los suyos, sonriendo, feliz, complacida.

―¿En qué estás pensando? ―preguntó en su ensoñación.

―Sólo en lo afortunado que soy de tenerte.

Ella sonrió.

―En lo afortunados que ambos somos de habernos encontrado ―corrigió.

―Y quizás también en otra cosa...

El rostro de la Princesa cambió rápidamente al ver la expresión de su amante, la felicidad seguía brillando como nunca, pero por segundos pareció opacarse por un pensamiento.

―¿Qué otra cosa podrías estar pensando?

―La posibilidad de perderte.

―Luca, sabes que eso jamás...

―Lo sé, lo sé más que nadie ―la atajó mientras se incorporaba sobre sí misma y se ponía a la altura de su rostro―. Sé que nadie puede separarnos en este momento, pero es que nunca había llegado a sentir esto que siento por ti por ninguna otra persona, después de esta noche, estoy más que seguro de ello, pero si por alguna razón nuestros caminos llegaran a separarse, sólo pienso que no sé cómo podría seguir viviendo...

―Pues entonces no lo pienses ―le dijo ella, tomándolo entre sus brazos, acercando sus respiraciones lo más cerca posible―. ¿Me puedes sentir esta noche?

―Te he sentido más de lo que nunca pensé hacerlo.

―Siente mi tacto ―le dijo mientras rozaba lentamente su piel―. Escucha mi voz. Mírame fijamente a los ojos y cree mis palabras en este momento, nada va a separarnos, esto que sucedió entre nosotros hoy es la prueba de que somos uno solo en este momento, y estoy segura que más allá de la muerte seguiré contigo.

―Seguirás conmigo porque yo moriría en el instante que supiera que ya no estás más en este mundo ―le dijo él embriagado por su respiración, por sus palabras―. No quiero vivir en un mundo en donde no estés tú.

―¿Ves entonces cómo ya nada puede separarnos? ―ella se envolvía nuevamente sobre su amante, unía cada espacio de su piel, sentía cómo el calor podía ser compartido entre ambos.

―Soy quizás la persona más masoquista por amarte como te amo.

Elizabeth sonrió mientras lo abrazaba y alzaba su mirada por encima de la de Luca, él había quedado sin palabras a ese acto, sólo podía darle una amplia sonrisa. El vago brillo que los envolvía comenzó a titubear y nuevamente un clima de pasión los envolvió.

Entre Rosas y EspinasWhere stories live. Discover now