CAPÍTULO 8 - ROAN

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Lexa y Clarke estaban frente a frente en mitad del despacho de la detective. Clarke soportaba como podía la virulencia de su mirada. Pero a pesar del gesto severo, Lexa hablaba serena, en una demostración de contención admirable.

—Te lo voy a preguntar por última vez, y si no me respondes quedarás fuera del caso... Incluso puede que quedes fuera del caso aunque me respondas: ¿qué hacías en Polis?

Clarke le sostuvo la mirada dispuesta a seguir negándose a desvelar el objetivo de su misión. Pero, finalmente, creyó que era más conveniente contárselo. Mejor que supiera la verdad a que pensara cualquier disparate.

—Yo estaba allí simplemente para indicarle a Raven quién era Roan.

Lexa resopló impaciente.

—¿Para qué?

—Para clonar su móvil.

—¿Que qué? —Lexa lo había oído perfectamente.

—Para clo-nar su mó-vil.

—¿Y lo consiguió?

—Sí.

—Pues anúlalo.

—No.

—Es ilegal.

—Pero lo estoy haciendo yo, no tú, además, lo más difícil ya está hecho y puede ser muy útil para encontrar a Jasper.

—Es una orden.

—Yo no soy policía, no tengo por qué obedecerte.

Lexa era lista, sabía que tener acceso a las conversaciones y contactos de Roan les podría servir, pero en su posición no podía dar el visto bueno a tal ilegalidad. Respiró hondo, pasó junto a Clarke para llegar hasta una garrafa expendedora de agua y llenó un vaso. Con pasos lentos, se acercó a ella por detrás hasta colocarse a su lado.

—Tienes razón, eres una civil. Pero yo sí soy policía y no lo puedo aprobar. Haz lo que consideres oportuno —se acercó tanto a Clarke que esta sintió un escalofrío al notar su aliento en la oreja—. Pero nunca más, y es la segunda vez que te lo digo, vuelvas a hacer algo por tu cuenta que pueda interferir en la investigación.

Debería echarla, tenía motivos más que suficientes para que el capitán Gustus Woodman la pusiera de patitas en la calle... Y, sin embargo, le estaba dando otra oportunidad.

—Si te lo tengo que decir una tercera vez —prosiguió Lexa—, te irás a la calle con una denuncia por obstruir una investigación. Y, probablemente, una suspensión de la licencia de investigadora privada.

Lexa bebió agua y se separó de Clarke dándole la espalda. Llegó hasta su mesa, se apoyó en ella y la miró desafiante. Entonces, Clarke caminó hacia la detective y la acorraló entre su cuerpo y la mesa, invadiendo su espacio personal.

—Roan no me vio —se defendió la investigadora.

Estaban muy cerca, hasta el punto de que para mirarse a los ojos tenían que ir de uno a otro de manera ostensible. La voz de Lexa sonó ahora menos firme.

—Eso no lo sabes.

—Estoy segura de ello. Confía en mí.

—Me lo estás poniendo realmente difícil, Clarke.

—Si no te dije nada fue para no ponerte en un compromiso. Me cambié de ropa, llevaba el pelo suelo tapándome la cara, esperé a Raven en la otra punta del local, que estaba abarrotado. Él no me vio, punto.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now