CAPÍTULO 15 - MOUNT WEATHER

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Lexa observaba el cuerpo sin vida de Dante Wallace, el director de la galería de arte Mount Weather. Su hijo Cage había encontrado el cadáver al llegar esa mañana a las instalaciones. El muerto yacía en mitad de una de las salas, con la cabeza sobre un charco de sangre. Le habían pegado un tiro a bocajarro.

—Parece una ejecución —dijo Indra.

Con la detective, además de la oficial, habían ido Lincoln y un equipo forense.

Hacía ya dos semanas que encerraron a Echo y su banda. Estaban en prisión a la espera de juicio, tenían las suficientes pruebas para ello. Roan se recuperaba de sus heridas junto a su hija en un lugar seguro, preparado para volver a la vida cuando tuviera que testificar.

También hacía dos semanas desde la última vez que Lexa vio a Clarke. Y no lo llevaba nada bien. Tenía la sensación de que un gran malentendido, una mala combinación de los astros las había separado, pero que ese no era su sino. Algo se había quedado a medias, más bien, a punto de empezar, y eso le provocaba un desasosiego que no sabía cómo gestionar. Todos los días, a todas horas, Clarke estaba en su mente.

—¡Dios mío!

Un hombre de mediana edad, vestido con un impecable traje, acababa de llegar a la galería y se había enterado de lo sucedido por boca de Cage Wallace.

—Es Carl Emerson, el socio de mi padre —Cage se lo presentó a Lexa.

Y le tomaron declaración. Los dos hombres decían tener coartada para esa noche y su consternación parecía genuina.

***

El caso que Clarke llevaba entre manos destilaba mucho menos glamur: de nuevo, su especialidad, un asunto de infidelidades.

—¿Has pasado ya las fotos? —preguntó secamente Clarke.

Habían pillado al marido de una reputada empresaria tirándose a la niñera.

—Aún no, estoy reajustando los parámetros de la publicidad en la web—dijo Raven.

—¿Otra vez con la publicidad?

—Pues sí, es lo que te va a traer clientes.

—Va a venir la señora esa y tengo que darle las fotos —Clarke sonó borde.

—No viene hasta esta tarde, Clarke, tengo tiempo de sobra.

—Es que estás siempre con la publicidad, ni que te fueran a dar un premio.

—No busco un premio, me basta con un agradecimiento —el tono de Raven era ahora también un poco borde.

—Te estoy pagando, no tengo por qué agradecerte cada cosa que hagas.

—Mira, Clarke, ¿por qué no llamas a Niylah y te desestresas un poco con ella? Estás insoportable.

Clarke se limitó a sacarle la lengua haciéndole burla.

—¿Quieres que la llame?

—No.

—¿Te monto una fiesta?

—Que no.

—¿Follamos?

—Joder, Reyes, deja de decir chorradas, que no estoy de humor.

—Tú te lo pierdes.

Raven estaba verdaderamente preocupada por su amiga, sus tonterías siempre conseguían sacarle una sonrisa, pero desde hacía dos semanas, no.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now