CAPÍTULO 17 - LA INAUGURACIÓN

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Habían quedado en que Bellamy la recogería en su casa para ir juntos a la inauguración. Él apareció con un impecable traje que le quedaba como un guante, mientras que Clarke eligió un conjunto de pantalón negro y una ceñida blusa azul claro que resaltaba el color de sus ojos y el contorno de su pecho. No le gustaban los vestidos y en rarísimas ocasiones se ponía uno. Y en esta ocasión tampoco lo hizo. Además, no disponía del adecuado para ese tipo de evento.

—Estás guapísima.

Bellamy se acercó para darle un beso en la mejilla.

—¿Y eso? ¿Te estás metiendo ya en el papel? Hasta la fiesta no tienes que fingir.

—No estoy fingiendo —Clarke frunció el ceño—. ¿Es que no puedo demostrar afecto a mi amiga?

Clarke siguió mirándolo raro. Cogió su bolso y salieron del despacho.

—Okey. Pero sin pasarse.

***

Clarke recordaba la galería. Había ido un par de veces, pero la última ya hace mucho tiempo. Tenía mucho prestigio y siempre sus exposiciones eran interesantes, bien de pintores noveles, bien de autores consagrados. Esta exposición era sobre los pintores realistas estadounidenses del siglo XX. Ojeó el folleto y vio que tenían hasta un Hopper. Todos los presentes eran gente guapa o importante o las dos cosas. Había críticos, políticos, empresarios, prensa. Y luego estaban ellos, una investigadora privada fingiendo ser marchante de arte venida de Europa —por eso no la conocía a nadie— y un policía en el papel de falso novio de la marchante falsa.

Estaban curioseando, escuchando conversaciones aquí y allá, controlando dónde estaban Cage Wallace y Emerson para abordarlos en el momento adecuado. Y entonces los vio. Lexa apareció colgada del brazo de un imponente Lincoln. Pero ella no se quedaba atrás. Llevaba un sencillo vestido negro de tirantes, que marcaba ligeramente sus suaves curvas. El pelo suelto le caía de una manera sexy sobre uno de sus hombros. Parecían dos estrellas de cine. Cage y Emerson, obviamente, sabían que ellos eran policías, de hecho, los habían invitado personalmente, así que, para evitar sospechas, no debían hablar con la pareja encubierta formada por Clarke y Bellamy. Cuando las miradas de las dos mujeres se encontraron, se limitaron a hacer una leve inclinación de cabeza en la distancia a modo de saludo. Las dos tuvieron flashes de su sexo imaginado la noche anterior. Un estremecimiento las recorrió al recordarlo, el sexo podría haber sido imaginario, pero el orgasmo fue real. Las dos se sintieron en desventaja, sin saber que había sido algo en lo que ambas habían caído.

Cage Wallace siempre estaba inmerso en alguna conversación o de condolencias por la muerte de su padre o de felicitación por la exposición. Emerson también estaba solicitado, pero menos. Al fin, Clarke encontró el momento para acercarse él.

—Eli Taylor —se presentó la investigadora.

La foto de los dos socios aparecía en los folletos, con lo cual no era extraño que una desconocida supiera quién era Carl Emerson.

—¿Nos conocemos?

Emerson entrecerró los ojos intentando recordar su rostro.

—Todavía no. Soy marchante. Mis clientes son europeos y, como se suele decir, pasaba por aquí... La colección es impresionante.

—Gracias. Así lo pienso yo también.

Bellamy sonrió al tipo y le puso a Clarke una mano en el hombro.

—Hola, soy Bob, su prometido —los dos hombres se dieron la mano.

—Es usted un hombre con suerte.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now