CAPÍTULO 34 - LA RATA [EPÍLOGO 2/4]

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—Buenos días, alcalde Jaha.

Lexa entró en la sala de interrogatorios con paso firme y se sentó delante del interrogado. Llevaba un ordenador portátil, que dejó sobre la mesa. El alcalde la miró con desdén, acomodado en la silla con una actitud prepotente, como si estuviera en el sillón de su propio despacho del ayuntamiento.

—Woods... espero que ahora tengas algo más sólido que la última vez.

—Pues sí, me alegro de complacerle.

Jaha forzó una sonrisa intentando no perder la compostura. Se había librado por ahora de la cárcel, porque sus abogados habían recurrido y dilatado sistemáticamente cada una de las acusaciones que tenían contra él. También se había presentado como víctima ante la opinión pública y no tenía intención de dimitir. Pero una segunda sesión de interrogatorios con Lexa Woods no le daba buena espina. Observó inquieto cómo la detective abría la tapa del ordenador, lo encendía y esperaba pacientemente a que estuviera operativo. Fue un largo minuto en el que Lexa no dijo ni una palabra; se mostraba serena, dominando la situación, marcando el tempo del interrogatorio, aún sin preguntas, y poniendo nervioso al alcalde. Con la misma parsimonia, la detective reprodujo un archivo de audio y empezó a escucharse una grabación con ruido de fondo en la que se podían oír dos voces masculinas.

—Por si no se acuerda, esta es una conversación entre Jake Griffin y usted —aclaró la detective.

Jaha mudó el gesto al comprobar que lo que Lexa decía era verdad, que era él hablando con Griffin, y que el tema era altamente comprometido. En dicha conversación, el padre de Clarke, ingeniero de una obra municipal, le explicaba a su entonces amigo, que había descubierto serias deficiencias en la construcción de un nuevo puente, en el que se habían presupuestado materiales mucho más caros y seguros que los que en realidad se estaban utilizando y que, tirando del hilo, había comprobado que ese fraude se extendía a varias obras más del ayuntamiento. En realidad, sospechaba que era su forma habitual de operar e iba a destaparlo. Jaha negaba que estuviera al tanto, y a duras penas se defendía afirmando que debía de ser un error. Al final, Jake fue claro y le dijo que le había avisado porque le estimaba, pero que su decisión era irrevocable: al día siguiente presentaría ante la policía todas las pruebas que había recabado. En ese punto el tono afable de la conversación cambió y Jaha le insinuó que no debía hacerlo, que intereses muy grandes estaban implicados, que lo dejara estar. Jake se enfadó, Jaha se presentó como víctima de la situación, le advirtió, le amenazó veladamente, pero la voluntad del ingeniero era inquebrantable.

Lexa miró al interrogado a los ojos y descubrió temor en ellos. Era evidente que esa prueba irrefutable de su implicación en algo turbio le había pillado por sorpresa.

—Esa es una conversación privada —fue lo único que atinó a balbucear.

—Ya no, Thelonious.

Llamándole por su nombre de pila intentó rebajarlo al nivel de un simple ciudadano, despojado de sus privilegios de honorable personaje con poder, y así le hizo sentir.

—No tenéis nada —dijo desafiante.

—Hemos exhumado el cuerpo de Jake Griffin. La primera autopsia concluyó que las heridas eran compatibles con las provocadas por la caída, pero en este segundo examen, buscando ahora un posible asesinato, hemos encontrado evidencias de que la herida de la cabeza encaja más con un golpe hecho en posición erguida, que pudo causarle inconsciencia, y entonces fue arrojado al vacío. Y por la grabación, cuya fecha exacta han extraído nuestros informáticos, ahora sabemos que su muerte ocurrió apenas ocho horas después de esta conversación, justo el día anterior a que sacara toda tu mierda a la luz. Y también tenemos esas pruebas de las que Jake Griffin habla contigo. En resumen, mi diagnóstico de tu situación es que estás jodido.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now