CAPÍTULO 9 - EL PAQUETE

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Clarke no había dormido bien. Las palabras y el tono de Lexa habían repiqueteado en su cabeza durante toda la noche. Estaba muy molesta con ella y, aunque entendía su punto de vista, no podía evitarlo. Al mismo tiempo, se sentía mal por haber rechazado su invitación. Ella, normalmente, pasaba bastante más de la actitud de la gente, pero tenía claro que Lexa Woods, para bien o para mal, conseguía tensarla. Así que lo único que deseaba en ese momento era que el caso se acabara cuanto antes.

A la mañana siguiente, diez minutos antes de la hora acordada, Clarke ya estaba en la comisaría. Lexa desenterró la cabeza de los papeles de su mesa cuando vio desde su despacho cómo Bellamy la acompañaba hasta la salita del café.

Dos minutos más tarde, la detective los encontró sentados en una de las mesas charlando animadamente.

—Buenos días, Clarke.

—Buenos días —dijo la investigadora.

Lexa apenas tardó quince segundos en servirse un café y echarle azúcar.

—Blake, ¿te importaría dejarnos solas?

A Bellamy le sorprendió la petición, pero asintió y se levantó llevándose el café consigo.

—Claro.

Clarke levantó las cejas mientras observaba a Lexa ocupar el lugar del chico.

—¿Vas a darme otra lección?

—No. Quería disculparme por haber cuestionado tu licencia.

Clarke cruzó los brazos sobre su pecho. Estaba a la defensiva y deseaba salir de ese lugar, pero le costaba.

—Me amenazaste.

—Supongo que sabes que me colocas en una situación muy delicada conociendo lo que has hecho. Y supongo que eres lo suficientemente lista como para saberlo, Clarke, pero no debí utilizar la suspensión de la licencia.

Clarke se sintió mal, como una niña egoísta y despreocupada a la que acaban de ponerle delante un espejo. Lexa tenía razón, la había puesto en un compromiso. No se había puesto en su lugar... Pero, aun así, ella también tenía algo de razón, ¿o no? Ya no lo sabía. Había perdido su seguridad, pero no quería demostrarlo delante del aplomo de la detective.

—Vale. Pues todo aclarado —dijo sin apenas mirarla.

—También quería decirte que hiciste un buen trabajo con Roan.

—Y sin sacarme una teta.

Clarke estaba nerviosa, y cuando lo estaba, decía cosas como esa. Lexa sonrió de un modo apenas perceptible e, inmediatamente, Clarke pensó que tanta bromita con sus pechos igual quedaba uno poco fuera de lugar, sobre todo con una persona tan seria como la detective.

—A partir de ahora haremos nosotros el seguimiento de Roan, ya no tendrás que estar en primera fila.

—Pues —Clarke se encogió de hombros contrariada—, la verdad es que no me parece bien, pero sólo soy la civil, claro...

Lexa retomó su seriedad habitual.

—Participar activamente a partir de ahora e involucrarse más profundamente en la organización puede resultar peligroso, Clarke.

Clarke, Clarke, Clarke. ¿Por qué usaba tanto su nombre? La hacía sentirse como una criatura a la que están aleccionando constantemente. La investigadora iba a protestar, pero ya estaba un poco cansada de ir siempre a contracorriente. Para ella estaba claro que podía seguir siendo la yonqui, e infiltrarse ella también de alguna manera en el grupo de traficantes. Pero ese no era el momento para discutirlo, habían llegado a un punto de cierto entendimiento y no quería romperlo.

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