CAPÍTULO 12 - LA CONEXIÓN

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—¡Gustus está en todas las putas teles! ¿Se puede saber qué coño significa?

Clarke sonaba fuera de sí al otro lado del teléfono.

—Cálmate, Clarke— habló Lexa con voz suave—, ha sido una idea de última hora del capitán..., cree que esto pondrá nerviosos a los captores y darán algún paso en falso.

Clarke no las tenía todas consigo.

—¿Hay algo que no me hayas contado del caso y que deba saber, Lexa?

La detective apretó los dientes para poder mentir.

—No.

Clarke respiró hondo, no tenía más remedio que creer sus palabras.

—¿Lo sabían los Green?

—Sí, Gustus habló con ellos minutos antes de la rueda de prensa y nos pidió que no te dijéramos nada. Lo siento.

—¿Sigue en pie el encuentro con la Ice Nation?

—Sí, si se huelen algo y no acuden sabremos con certeza que han sido ellos, y si acuden... seguiremos con el plan.

—Voy a ir, Lexa —advirtió Clarke.

—Mejor lo hablamos mañana... a primera hora, en mi despacho.

—No hay nada de qué hablar. Voy a ir.

—Estoy ocupada ahora mismo. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Y Clarke colgó. Se sentía a punto de estallar: le habían ocultado información sobre el caso, estaba segura de ello, como lo estaba de que el comunicado de prensa había tenido que ser algo totalmente premeditado. ¡Joder! Qué mal le sentaba que jugaran con ella. Pero le daría un voto de confianza a Lexa, a lo mejor había sido una imposición del capitán. Y por otro lado, el corazón le hirvió cuando la oyó decir que estaba ocupada. ¿Tan tarde? ¿Estaba con alguien? ¿Tenía pareja? ¿Estaba celosa?, ¿ella?, ¿Clarke Griffin? Dios, quería gritar por sentir todas esas cosas a la vez. Quería cerrar los ojos y no sentir nada, acostarse y poder dormir como una marmota hasta el día siguiente. Y así no tener que esperar doce horas para ver a Lexa. Quería hacerlo ya mismo. La impaciencia la estaba matando. Y el hombro le dolía.

***

A la mañana siguiente, Lexa esperaba en su despacho la llegada de Clarke. En su cabeza sólo cabía un pensamiento: protegerla. ¿Se estaba enamorando de ella? Y si era así, ¿qué haría al respecto? Nada. No hasta que Clarke estuviera fuera del caso y libre de todo el peligro que en esos momentos acarreaba su relación profesional.

La investigadora salió del ascensor dando largas zancadas, con la mirada decidida y la mandíbula apretada. Cuando llegó a la altura del despacho de Lexa, entró sin llamar, para hacer así ostensible su disgusto. La detective, que estaba sentada tras la mesa ojeando unos documentos, la observó entrar y cómo se quedaba parada en mitad de la habitación.

—Aquí estoy —fue el escueto saludo de Clarke.

La policía la miró detenidamente y, al ver que no se acercaba más, decidió que era ella la que debía mostrarse cercana.

—Gracias por venir, Clarke.

Lexa se levantó y se dirigió hacia ella, hasta colocarse a escasos centímetros.

—He hablado con el capitán y lo haremos a tu manera. Irás con Murphy a la reunión.

El gesto contraído de la investigadora se relajó un poco.

LEY & DESORDENOù les histoires vivent. Découvrez maintenant