CAPÍTULO 18 - LO INEVITABLE

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Lexa no había dormido apenas. Se levantó temprano y llegó al trabajo antes de la hora, así que bajó al gimnasio para intentar activarse. Cuando Bellamy entró la encontró sentada en un banco con los codos en las rodillas y las manos sujetando su cabeza.

—¿Te ocurre algo?

Lexa se sobresaltó y lo miró ofreciendo la mejor sonrisa que su estado anímico le permitía.

—No. Sólo estoy algo cansada.

—¿Te apetece entrenar?

Lexa dudó un segundo si aceptar o no, pero quizá necesitara esa inyección de adrenalina para recargarse de energía.

—Sí.

Empezaron a practicar aikido. Al principio la detective esquivaba todas las embestidas del oficial. Pero su cabeza no estaba concentrada en la lucha. Pensaba en Clarke, en qué estaría haciendo, si habría dormido bien, si ya estaría despierta. Si le gustaría madrugar o hacerse la remolona... Quería saber tantas cosas de ella... Y entonces la mano de Bellamy impactó en su cara con tanta violencia que la sentó en el suelo. El chico se sorprendió tanto que se quedó paralizado mientras veía a Lexa llevarse la mano a la mandíbula.

—Oh, dios, lo siento.

—No pasa nada, muy bien, lo dejamos por hoy.

—¿Estás bien?

Lexa asintió mientras se iba a las duchas. El oficial no era ninguna lumbrera, pero sí lo suficientemente listo como para saber que algo no iba bien si había conseguido golpear a su jefa. Sabía que no era mérito suyo.

Lexa se miró en el espejo y comprobó cómo ese lado de la cara estaba enrojecido, le iba a salir un buen hematoma. Se metió en la ducha y dejó que el agua caliente relajara su cuerpo. Lo de su mente ya era otra cosa. La noche anterior había decidido que no iba a ir ella al despacho de Clarke para recoger la investigación de Raven, pero ahora no lo tenía tan claro, quería verla una vez más y despedirse con una sonrisa y no con un mal gesto como lo habían hecho.

***

Ya estaba avanzada la tarde cuando Raven terminó el informe. Se levantó y entró en el salón de Clarke, que había estado dormitando casi todo el día en el sofá con la excusa de que tenía jaqueca. Al menos eso es lo que le dijo a su amiga para que no la acosara a preguntas ni a bromas. No estaba para bromas. Se sentía rara, aletargada, porque era incapaz de discernir qué pesaba más en su alma, si haber sido engañada o el sentimiento de culpa por no ser capaz de ponerse en el lugar de la detective Woods. Y por haberla rechazado.

—¿Te encuentras mejor?

Se encogió de hombros como respuesta.

—Tú tuviste una noche loca y no me lo quieres contar.

Raven sonrió convencida.

—Define loca.

—Sexo, alcohol...

—Pues entonces no.

—¿Qué pasó? No me has contado nada.

—Es que no pasó nada.

—Vale. No quieres hablar. Lo capto. Pues el informe ya está. ¿Llamo yo a Lexa o la llamas tú?

Clarke se enderezó como un resorte en el sofá.

—Yo la llamo... ¿Qué has visto?

—Poca cosa, pero hay algo que me ha llamado la atención.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now