CAPÍTULO 26. ALIADO INESPERADO

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Clarke casi vivía en casa de Lexa, Octavia casi vivía en casa de Lincoln y Raven casi vivía en casa de Clarke, porque el piso de Luna era compartido, así que siempre acababan allí.

La ingeniera estaba trabajando en el ordenador del despacho de Clarke, mientras Luna le daba mordisquitos en la nuca. Había encontrado algo relativo a su investigación ilegal sobre las comunicaciones de los asesores de Jaha.

—Eres una adicta al trabajo, cariño.

—Esto puede ser algo importante.

—¿Seguro? Porque te vas a quemar las pestañas mirando esa pantalla. Es tarde ya.

—Llamo a Clarke y soy toda tuya.

Raven cogió el teléfono y marcó el móvil de su amiga.

—Clarke, ¿puedes hablar?

—Depende...

La investigadora estaba en el sofá de casa de Lexa. Ya habían cenado y estaban intentando ver una serie aderezada con alguna que otra caricia.

—Es sobre... ya sabes.

—Pues entonces no.

—Vale, de todas maneras te cuento, tú sólo asiente. He visto varios correos enviados desde una dirección poco clarificadora, que se comunica sobre todo con David Miller. Por ejemplo, el asesor hace una petición del tipo "¿continuamos con lo hablado?", y desde la dirección sospechosa le responden con un escueto "ok". ¿Entiendes? El tío que envía esos mails parece el jefe del grupito.

—Ajá.

—¿Quieres que me centre en esa dirección raruna?

—Claro.

Lexa miraba el gesto serio de Clarke, que se había levantado para hablar por teléfono.

—Y si me meto a fondo puedo saber desde qué IP se han enviado esos "ok"..., a no ser que sean ases de la informática.

—Está bien.

—Y si averiguo la IP, podré saber a quién pertenece, o sea, quién es el puto amo. ¿Te parece bien que siga adelante?

—Me parece bien, sí.

—Bien, pues ahora, como te va a preguntar Lexa, dile que te he comentado el último cunnilingus que le he hecho a Luna y que te estaba pidiendo tu opinión de si lo había hecho bien o no... A no ser que se te ocurra algo mejor. Besis.

Y Raven colgó y dejó a Clarke con un gesto de perplejidad y al borde de la risa. Tuvo que respirar hondo para poder dirigirse a Lexa de forma natural.

—¿Quién era?

—Eh, Raven.

"Por favor, que no me pregunte".

—¿Qué quería?

—Nada, cosas suyas.

—Pero ¿qué era? Estabas muy seria. ¿Ha tenido algún problema en la oficina electoral?

—No, qué va.

No se le ocurría nada, tenía la palabra cunnilingus clavada en su mente y ya no cabía otra cosa. Mierda.

—¿Seguro? No queremos ponerla en peligro...

—No, mira, ya sabes que Raven es un poco bruta y se me ha puesto a contarme que le hizo sexo oral a Luna, que si hizo esto y aquello, que qué me parecía —la cara de Lexa era de total desconcierto—, y que si creía que lo había hecho bien. Eso es todo.

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