CAPÍTULO 22. MÁS QUE SOBREVIVIR

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Justo antes de la fiesta, tras las palabras que le dijo Indra en la comisaría, Lexa había decidido que quería recuperar a Clarke. Había sucumbido ante la evidencia que exigía su corazón. Y le entraron las urgencias. Ella, que todo lo meditaba con paciencia, de repente se sintió ansiosa por actuar cuanto antes. Porque tuvo la certeza de que había perdido tontamente un precioso mes, y sintió el temor de que quizá fuera demasiado tarde, de que quizá Clarke ya no se fiara de ella, o de que, simplemente, estuviera harta de esperar. Y la actitud de Clarke durante la fiesta de cumpleaños le había indicado que, aunque tuviera alguna oportunidad, no iba a ser fácil.

Ya entrada la madrugada, poco a poco se fueron marchando todos los invitados. Cuando Lexa lo hizo, apenas quedaban media docena de personas. Quería hablar de nuevo con Clarke, pero consideró que su presencia ya no estaba justificada y se marchó. Una hora después, lo hicieron Octavia, Lincoln, Luna y Raven, que se habían quedado para recoger y limpiar.

No habían pasado ni cinco minutos desde su marcha cuando sonó el timbre. Clarke abrió sin mirar a través de la mirilla, ya que pensaba que sería alguno de ellos, que habría olvidado algo. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio a Lexa al otro lado de la puerta, mirándola con esa intensidad que derribaba sus defensas.

—Lexa...

—¿Puedo pasar?

—Sí, claro. ¿Ocurre algo?

Clarke se apartó para permitirle entrar y cerró la puerta cuando lo hizo.

—Quería hablar contigo.

—¿Has vuelto de tu casa?

Clarke estaba alucinando.

—No. Estaba esperando abajo a que se fueran todos.

La investigadora elevó las cejas incluso más sorprendida aún.

—¿Y por qué has hecho eso?

—Quería hablar contigo.

Clarke se cruzó de brazos en actitud defensiva.

—Ya hemos hablado.

Quería sonar distante, pero sus ojos expresaban otra cosa.

—Quería saber cómo estabas, cómo has pasado este mes —se interesó Lexa.

Clarke la miró a los ojos. No necesitaba más explicaciones, sabía a qué se refería.

—¿Tú qué crees? —preguntó dolida.

—No lo sé.

—¿No lo sabes?

Lexa la miró intensamente, como si quisiera adivinar sin palabras el estado de su alma.

—Pues regular... sobreviviendo.

La detective continuó mirándola, buscando qué decir a continuación.

—Te mereces algo más que sobrevivir...

Lexa la miraba tan fijamente que Clarke tardó unos segundos en responder.

—Eso pienso yo...

Lexa bajó los ojos a sus labios, quería besarla, aunque no sabía si tenía algún derecho. Pero lo iba a hacer de todos modos. Lentamente, acercó su rostro al de Clarke, que lo echó hacia atrás rechazando en un principio ese beso, pero sólo en principio, porque a medio camino se arrepintió y volvió hacia ella hasta chocar sus labios con los suyos, con fuerza, sin despegarlos, agarrándola de la nuca para apretarse más a ellos. Poco a poco fueron abriendo la boca y el beso se fue humedeciendo, pero sin perder la lentitud y la delicadeza. Era sorprendente experimentar cómo esos sutiles contactos conseguían enviar oleadas de placer hasta el último rincón de sus cuerpos.

LEY & DESORDENWhere stories live. Discover now