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—¿Y este?—Mamá está sosteniendo un vestido de flores frente a ella.

—Me gusta—digo y ella sonríe. Ya es sábado y mamá quiso que saliéramos juntas ya que hace un tiempo que no lo hacíamos y nos hacía falta.

Anoche luego de cenar, Scott me llevó a dar una vuelta en la moto por la ciudad y luego me llevó a casa.

Automáticamente mi madre me hizo un interrogatorio intensivo sobre quien era y qué intensiones tenía; se calmó un poco cuando le dije que solo era un amigo de la escuela, pero solo un poco. El resto de la noche me quedé pensando en todo el asunto de los ángeles y las dudas son cada vez mayores, por lo que ando un poquito distraída desde esta mañana 

Miro las repisas con zapatos buscando algo que me guste mientras mamá intenta encontrar algo que le favorezca para la cena de cumpleaños de la abuela el mes que viene. Vamos a ir a Los Ángeles un par de semanas aprovechando las vacaciones de verano, he ahí el por qué mamá quiere un guardarropas nuevo. Le dije que aún falta más de un mes para ese viaje y que había tiempo de sobra para comprar ropa. Me contestó que los precios iban a subir después pero creo que mas bien fue una excusa para salir de la rutina.

—Cariño—mamá se acerca a mi lado y se pone a mirar zapatos—¿No crees que deberías mirar otra cosa? No se, trajes de baño o algo. Llevas todo el rato aquí de pie

—Si, creo... creo que voy después. Busco un par de sandalias y no se cuales elegir—digo y le doy una pequeña sonrisa.

—Liza, ¿que pasa? Estás algo distraída—Mamá solo me llama liza cuando quiere que hablemos. 

—No se.—Y es cierto, no sé que me pasa.—Estoy algo agotada, eso es todo.

—De acuerdo—dice mamá poco convencida—¿Quieres que vayamos a otra tienda?

—Si

Salimos del pequeño lugar luego de pagar el vestido de flores de mamá y vamos a otra que queda cerca de allí. 

Apenas entrar, me enamoro por completo de un vestido blanco con tirantes que llevaba un maniquí al fondo de la tienda. Resulta ser el último que queda y es de mi talla. Una encargada me lo entrega y entro a los probadores.

—¿Y bien? ¿Cómo me veo?—pregunto posando para que mamá pueda ver el vestido desde todos los ángulos y casi enloquece.

—Te ves preciosa. ¡Me encanta!—Da pequeños aplausos desde su lugar y yo ruedo los ojos. Mamá y yo nos parecemos mucho. El cabello negro y largo con grandes ondas naturales, la tez clara, los mismos hoyuelos en las mejillas. A excepción de los ojos; ella tiene ojos marrón y yo tengo los ojos grises de papá. A veces se comporta como una adolescente pero no la culpo, en su trabajo debe permanecer centrada y seria; yo también necesitaría reír de vez en cuando.

Se pone junto a mi frente al espejo y me toma por los hombros.

—Me gusta mucho.—Sonríe.

—Lo quiero—digo y ella se ríe

—Ya me di cuenta.

Me pongo mi ropa de nuevo y le doy el vestido a la encargada que nos está atendiendo. También agarro varios shorts y un par de camisetas y vamos a la caja.

Al salir de allí decidimos ir a una pequeña cafetería a la que mamá fue una vez y dijo que tenían el mejor pastel que ella había comido en su vida, por lo que regresamos de nuevo al auto.

Al entrar, mamá va por el pastel y me dice que busque una mesa. Elijo una que está frente al cristal que da hacia la calle; me pongo a contar a la gente que pasa por allí para perder el tiempo. Un minuto mas tarde mi celular suena.

Desconocido

—¿Hola?—pregunto.

Elizabeth—Scott.—Aléjate todo lo que puedas de esa ventana, ¡ahora!

—¿Que?

Solo hazlo, ¿quieres?

—De acuerdo.—Me pongo de pie y me alejo del cristal yendo hacia la otra esquina del salón. Justo cuando pongo un pie allí, un auto se estrella contra la tienda y atraviesa el cristal: justo en el sitio donde estaba sentada.

—Por favor, ¿qué es esto? ¿El destino final? ¿Que tienen los autos en mi contra?—pregunto al teléfono, ahora en silencio. Mamá me busca con la mirada llena de pánico; cuando me ve, se llena de alivio y viene junto a mi.

—¿Estas bien?—pregunta y me abraza.

—Si.—Le devuelvo el abrazo y suspiro.

—Creo que es mejor que nos vayamos a casa—dice observando la multitud que se está aglomerando alrededor del desastre. Asiento y la tomo de la mano.

El camino a casa transcurre en silencio. Mamá está intentando procesar el hecho de que estuve a punto de morir. Un poco antes de llegar puedo ver a Scott caminando de un lado a otro  en el porche. Mamá me mira pero no dice nada.

En el instante en que el auto se queda quieto yo abro la puerta y corro a lanzarme en los brazos de Scott. Ya en el calor de su abrazo me derrumbo y lloro. Sé que probablemente mamá esté mirándome raro en este momento pero no me importa, no pienso con mucha claridad.

—Ya, tranquila—dice él intentando consolarme mientras me acaricia la espalda.

—Estuvo a punto de pasar por encima de mi—sollozo contra su pecho.

—Pero no lo hizo.—Scott se separa lo suficiente de mi como para mirarme a la cara. Pone con delicadeza unos mechones rebeldes de mi cabello detrás de las orejas y limpia las lágrimas de mis mejillas.

—¿Qué hubiese pasado si no me hubiera quitado de allí como me dijiste? Probablemente estuviese muerta.—Sorbo por la nariz, un poco más calmada, y lo miro.

—Pero no lo estas y no voy a dejar que eso te pase—dice finalmente y vuelvo a abrazarlo.—Mientras yo esté aquí, no voy a dejar que nada te pase—susurra en mi cabello y yo suspiro.

Creo que debo comenzar a confiar en él.

~♥~


Hola!!

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Chau♥♥ 

Annoying: Ángeles entre nosotros | EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora