Capítulo 30

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Capítulo treinta


Narra Alex


Una y otra vez me repetí a mí misma que todo estaría bien. Que Olivia y Dean también lo estaría. Bueno, que cada una de las personas que me importaban y todas aquellas que ni siquiera conocía y estarían envueltas de igual forma de una guerra horrible, que todos, estuvieran bien.

Me encontraba en el asiento del acompañante en el vehículo que probablemente perteneciera a Daniela. Ella estaba conduciendo. Le había tenido que contar absolutamente todo lo que en la llamada telefónica había escuchado, todavía escéptica respecto al nombre que nuevo alpha decidió poner a la manada. Si se hubiera tratado de una situación menos compleja, en la que él no tuviera atrapada a Olivia y yo no estuviera a punto de entregarme en su lugar tal vez me hubiera tomado un momento para aliviarme con humor.

Cada vez nos acercamos más a la frontera del territorio. Y durante toda la mañana no me había podido deshacer de una horrible sensación en mi estómago. Y en esos momentos se hizo demasiado difícil de mantenerme concentrada. Dios, jamás estuve más aterrada en mi maldita vida. Cuando Daniela dejó estacionado al borde de la carretera su auto supe que había llegado el momento de ser fuerte. Con la cabeza en alto abrí la puerta y me deslicé fuera.

--El territorio comienza desde ese árbol – Señaló un enorme roble a unos trescientos metros de distancia. Un poco más atrás se encontraba la personificación de la maldad. Un hombre alto de apariencia fuerte. Sus ojos lucían tan fríos que podrían ser capaces de congelar la estrella más brillante de todo el universo. Junto a él la muchacha rubia lucía ridículamente pequeña y frágil. Ella estaba vestida con un vestido sencillo hasta sus rodillas. En sus piernas y brazos pude observar hematomas y algunos cortes, por suerte no parecía tener nada irreparable. El cabello de Liv estaba oscurecido por la suciedad. Y manteniendo un agarre de muerte en sus hombros se encontraba él. Pero la chica no parecía estar aterrada como yo me sentía. Desde el otro lado de la frontera, tuvo la confianza de forzar una sonrisa tranquilizadora.

Caminando junto a la Beta nos detuvimos justo frente al enorme roble. Me sentí reacia a entrar en el territorio con apariencia a muerte. Vi como alpha Robert tomaba largos pasos hasta quedar solo a un metro de distancia, separados únicamente por el espacio que el tronco del roble usaba en la calle. Con confianza lo miré directamente a los ojos. Yo soy una hembra alpha. No tengo porque mostrar sumisión a alguien que es mi igual. Siendo aún más baja y menuda que Olivia, me sentí en una horrible desventaja.

--Hagamos esto rápido – Hablé yo primero. Sentí que estaba haciendo lo correcto. Entregarme por mis amigos parecía una muy digna forma de perder la vida – Ella primero.

Con una sonrisa fría, el hombre empujó a la chica hasta mis brazos. Olivia se tambaleó un poco hasta que pudo estabilizarse. Me abrazó con fuerza. Pero yo no podía permitirme quedarme a consolarla. A regañadientes, la alejé de mí y dirigí cuidadosamente hasta los brazos de Daniela, que me miraba con nostalgia en sus ojos. Para ella estaba siendo muy difícil. Tal vez incluso más que para mí.

--No tengo todo el día, Luna. Es tu turno – El hombre impacientemente dio una mirada al reloj en su muñeca.

-- Escucha, Liv. Por favor, tu solo quédate con Daniela. Escúchala siempre. Y mantente segura, por mí – Para que lo que estoy haciendo tenga un propósito real – Yo estaré bien – Mentí. Le guiñé un ojo y di una última mirada a Daniela. Ya habíamos tenido suficientes palabras en el camino. No hacían falta más.

--¿Qué estás haciendo, Alex?

Vi como Daniela le susurraba algo en el oído y de pronto se ponía pálida. Escuché su grito en el mismo momento que pasé al otro lado del árbol, y oficialmente me había dado el último paso para entrar directamente en el nido de avispas.

Alpha DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora