Capítulo 1

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—Bueno, ¡heme aquí! —se dijo a sí mismo, al mismo tiempo que contemplaba el edificio de la empresa, en donde estaba su nuevo empleo.

Dio un leve suspiro antes de adentrarse al edificio. Al hacerlo, se dispuso a hablarle a la chica que atendía la recepción detrás de un mostrador de grandes proporciones, en el que resaltaban unas grandes letras doradas, «Bienvenidos», se leía; necesitaba pedir alguna información de su lugar de trabajo.

—Buenos días —dijo amablemente a la mujer mientras ésta apenas le prestaba atención.

—Buenos días —contestó, desinteresada—. ¿En qué le puedo ayudar? —seguro pensaba que Nicolás era otra de las molestas personas que llegaban día a día preguntando por sus citas.

—Soy nuevo, es mi primer día de trabajo. Quisiera saber dónde se ubican las oficinas de los asesores.

—¿Usted es Nicolás Hernández? —preguntó, revisando unos cartapacios que había sobre el mostrador de granito negro, brillante.

—Sí, así es. —afirmó.

—Sí, ya vi su expediente. Espere un momento, por favor.

El chico hizo lo ordenado. Se sentó, mientras la mujer tomaba el teléfono para hacer una llamada.

Miraba a las personas circular por la entrada; eran como dos gusanos, negros y gigantes. Uno iba rápidamente hacia afuera, el otro se precipitaba hacia adentro, lentamente se formaba uno más frente a la chica que previamente lo había atendido. Uno que otro llevaba la mirada en alto, caminaba con elegancia y veía con desprecio a los demás, seguro era un importante ejecutivo. Los demás eran empleados comunes y corrientes, como él, que permanecía en su asiento como una piedra. Pero uno de ellos resaltaba; era un chico que formaba parte del segundo gusano, a leguas se notaba que le gustaba cuidar su apariencia. Era lívido, oscuros tornados en su cabeza, enjuto, pero fornido, muy guapo. Por un momento el todos desaparecieron, sólo el chico y él en la sala.

— ¡Señor Hernández!, ¡señor Hernández! ¡SEÑOR HERNÁNDEZ! —debió gritar para devolverlo a la realidad —acompáñeme, por favor —dijo mientas se paraba de su asiento, al mismo tiempo que hacía una seña con la mano, como si pensara que el chico era sordo.

El edificio fácilmente sería confundido con laberinto; las decenas de ascensores y pasillos le hacían preguntarse si podría grabarse el camino a su oficina. Finalmente llegaron a una amplia oficina con un escritorio en él, y detrás, el que seguro sería su nuevo jefe. Cuando terminaron de platicar el hombre se dispuso a enseñarle todas las instalaciones, todas las plantas. Ya teniendo claro esa parte, el gerente se dispuso a llevar a Nicolás a su pequeño despacho.

—Bien, éste será tu lugar de trabajo. Si tienes alguna duda, házmelo saber, te ayudaré con gusto.

—Muchas gracias, señor.

«Bien, Nico, éste trabajo es una nueva vida». Infortunadamente, el empleo era más complicado de lo que esperaba. Envió, imprimió, digitalizó, en solo unas pocas horas. Llevaba una pila de papeles en sus brazos a los que debía fotocopiar, estos acaparaban la mayoría de su campo visual. Sin poder ver inevitablemente tropezó con alguien.

— ¡Lo siento mucho! —decía mientras intentaba recoger sus papeles.

—No, no, la culpa fue mía —ayudando, el otro chico tampoco despegaba la vista del piso.

—De ver… — levantó la mirada, y se encontró con el mismo chico de aquella mañana.

—Bueno, aquí tienes tus papeles. —Dijo el Joven entregando las hojas que restaban en el suelo.

—Gracias, lo siento mucho.

—Eres nuevo, ¿cierto? Sólo debes estar nervioso.

—Sí, soy nuevo.

—Ya decía, nunca te había visto antes. Me llamo Luigi, ¿y tú?

—Nico. Nicolás.

—Un gusto conocerte Nico Nicolás.

—El gusto es mío.

—Perfecto, te veo luego. Creo que nuestras oficinas está una al lado de la otra, eso es bueno, ¿no?

**********

Su primer día lo dejó agotado, necesitaba ir a casa. En vista de que no poseía un vehículo, se movilizaba por el metro. Debía caminar casi medio kilómetro hacia la parada más cercana. Mantenía su cabeza gacha, hacia el piso, meditando.

—Nico, ¿Hasta dónde llegas? —lo sorprendió, venía en un auto deportivo rojo.

—Hasta el Bronx, pero voy a tomar el metro.

—Pero ven, yo voy hasta Mount Vernon. Voy a pasar por el Bronx como quiera, así que sube —hizo caso, después de todo, le convenía.

Sus ganas de hablarle eran casi insoportables. Él, por alguna razón, quería conocer detalles de la vida de su nuevo compañero. Pero los dos permanecían en silencio.

— ¿Eres casado? —comenzó Luigi, adelantándosele.

—No, nunca me he casado.

—¿Con quién vives?

—Solo.

— ¿Te molesto?

— No.

— ¿Seguro? —preguntó, por si había algún problema.

—Tranquilo, ya te dije que no hay problema.

—Está bien.

Poco a poco se fue desarrollando más confianza. Al cabo de unos cuantos minutos ya parecían conocerse de toda la vida.

Llegaron al edificio de Nicolás, se bajó del carro y se despidió.

— Oye… ¿me prestas tu baño? —dijo antes de que el chico pudiera entrar.

—El baño… ¡claro que sí!, pasa.

Entraron, pero al parecer Nicolás no tenía muy buena memoria.

— ¿Qué pasa? —le preguntó el castaño a Luigi al verlo parado frente al sofá, con una cara que pedía ayuda.

—Tu baño, ¿dónde está?

—Ah, ¡verdad! La primera puerta a la izquierda.

— ¡Gracias! —dijo, y se echó a correr.

Miraba todo su desastre, pero estaba muy cansado. Decidió hacerlo después de poder descansar un rato. Se quitó su camisa para reemplazarla por una más cómoda; Luigi salió del baño sin que Nico se diera cuenta, y le estaba observando con mucho detalle la espalda del castaño.

—Ah, perdón —le dijo al notar su presencia—. No sabía que estabas atrás.

—Tengo que irme —dijo, alcanzando la puerta.

—Ven, yo te acompaño.

Al llegar a puerta principal del edificio los dos chicos se quedaron en silencio, como esperando a que el otro reaccionara.

—Hasta mañana.

—Adiós, ve con cuidado.

—Claro.

Se despidió y caminó a su auto. Nicolás lo vio alejarse, y fue víctima de un impulso que no sabía de dónde puedo haber salido. En medio de la noche, en una calle, frente a una edificación blanca y un coche rojo: un beso.

HISTORIA EN CORRECCIÓN. PUEDE QUE USTED ENCUENTRE ALGUNA FALTAS, PERO MUY PRONTO SE IRÁN CORRIGIENDO.

Mi compañero de Trabajo [Editando]Where stories live. Discover now