Capítulo 11

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Donghae entró en su casa arrastrando los pies, con la pesada mochila sobre sus hombros y la sensación de lástima presionando entre sus sienes. Hyukjae lo había echado, alegando que no le importaba que se fuera, siendo un capullo que prefería burlarse de él antes que aceptar que aquello le molestaba. Era obvio que lo hacía. Tenía que hacerlo. ¿Quién no se enfadaría en una situación así? Le iba a dejar plantado después de pagar por un traje carísimo para la sesión de fotos. Se había ido sin posar para él y no sabía si Hyukjae podría devolver el traje más tarde.

Se sentía mal por ello. Aunque le daba rabia la reacción del fotógrafo. No le había dejado ni pedirle perdón.

Chasqueó la lengua mientras subía a su habitación rápidamente y dejaba la mochila. Pensó en quedarse allí, tumbado en la cama, mirando el techo y pensando en que al menos ya no iba a sufrir el desprecio directo de la señora Shim. Pero su madre lo había llamado para algo importante, así que se cambió la camiseta y se aseguró de no tener marca alguna antes de volver a bajar.

Su estómago rugió. Tampoco había comido nada. Siquiera había tenido hambre hasta ese momento. Llevó una mano a su estómago después de saltar el último peldaño. Anduvo hasta la cocina, vacía, y abrió la nevera.

—¡Hae! —una voz alegre atravesó sus oídos.

No era su madre. Imposible.

Miró la manzana roja y brillante con el labio bajo los dientes, asimilando aquel tono. Una chica que se alegraba de verlo. ¿Quién podía ser? ¿Lily? ¿Estaría Donghwa allí? Quizás su madre necesitaba que volviera tan rápido para ver cómo su hermano era perfecto y hacía cosas perfectas. Agarró la fruta. Si era eso, no tendría problema alguno en excusarse para volver a encerrarse en su cuarto.

Sin embargo, no era la esposa de su hermano quien sonreía ampliamente desde el umbral. Se quedó con la manzana a centímetros de la boca, con los labios separados y el corazón en la garganta al ver a Jessica.

Ella corrió hasta él y lo atrapó entre sus brazos. Apretó los dientes. Olía a flores, a dulce; era empalagoso. Era un contraste enorme si pensaba en el masculino aroma de ese cretino con el que había tenido sexo en un baño.

—¡Tenía tantas ganas de verte! Lo tengo todo planeado. Vamos a cenar en Lugi's y a dar un paseo por la playa y me comprarás un helado y el sábado nos vamos a mi casa de campo. Tu madre está de acuerdo en todo y papá dice que podemos usar la piscina interior si no queremos llenarnos de bichos.

Donghae tragó con fuerza. Su cuerpo totalmente tenso se transformó en un alambre cuando ella lo soltó. Su rostro era alegre, el de una niña que tiene todo lo que quiere. Una niña de papá.

—Es pronto... Uh... —miró hacia la puerta en busca de ayuda, una que era muy consciente nunca tendría en aquella casa. Se rascó la nuca, sin saber muy bien qué hacer— Para ir a cenar...

—Bueno —Jessica lo miró a través de sus largas pestañas—, tu madre me ha dicho que tenías algo para mí y no podía esperar a verlo.

Fue su turno de parpadear, aunque él lo hizo con confusión. Buscó en el silencio y en sus recuerdos, tratando de saber a qué se refería. ¿Él tenía algo para Jessica? La imagen de Hyukjae lanzándole el álbum de forma burlesca lo golpeó de repente.

—Ya, sí. Está arriba.

—Bájalo —exigió. Ladeó la cabeza, dejando que la trenza cayera sobre su hombro izquierdo— Ahora.

Una parte de él quiso negarse, decirle que volviese más tarde y que ya se lo daría en la cena. Otra simplemente tenía ganas de gritar lo mucho que le gustaban los hombres. Pero hizo caso a una tercera, la que le susurraba que daba igual. No podía hacer lo segundo, decepcionaría a su madre si hacía lo primero. Al fin y al cabo, iba a terminar obedeciendo a Jessica. ¿Qué importaba cuándo comenzase?

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora