Planeando [Parte 2]

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Eran las tres y cuarto de la mañana cuando llegó a casa. Abrió la puerta, la cerró, se quitó las zapatillas y colgó el abrigo del perchero lo más lenta y silenciosamente que pudo. Después atravesó el pasillo hasta su habitación de puntillas. Se quitó la camiseta, se quitó los pantalones y se inclinó dentro del armario para tomar un pijama de Hyukjae. El más grueso que encontrara.

Aquella sesión fotográfica en el río Han había sido horrible. Esperaba de verdad que las fotos hubieran salido bien, porque no pensaba volver a pasarse otra noche posando medio desnudo contra ese viento gélido. Ni que estuvieran en la Antártida. Solo pensar en volver a la comodidad de su cama, a la calidez de sus brazos, le había ayudado a soportar el momento. Eso, y el ramen ardiente que pensaba comerse antes de ir a dormir.

Subió el brillo de su pantalla para poder alumbrar el armario con su teléfono. A ciegas era imposible encontrar nada. Se mordió el labio al ver el desastre que había armado sin darse cuenta. Iba a tener que arreglarlo antes de que Hyukjae se diera cuenta o... o podía dejar que Hyukjae lo arreglara por él. Después de todo, su prometido sabía lo cansado que llegaba de trabajar durante las épocas festivas. No iba a enfadarse con él por desordenar su armario. En todo caso, le gritaría que era un idiota mientras se sentaba en el suelo a doblar las prendas por sí mismo.

Siguió buscando el pijama sin darle más vueltas al asunto, seguro de que con un puchero y un "es que estaba muy cansado, lobito" podía conseguir lo que quisiera. En cuanto encontró la camisa, la lanzó sobre la cama por encima de su cabeza y continuó con el pantalón. No debía de estar muy lejos.

—Venga, que tengo frío —susurró. Ya sentía la piel de gallina— Pantalón azul con cordones, ¿dónde estás?

—Detrás de ti.

Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta, todavía de cuclillas, y lo alumbró con el móvil. Justo delante de él se hallaba el pantalón que buscaba, cubriendo un par de delgadas piernas. Subió lentamente la mirada, descubriendo una camiseta blanca de manga larga, sobre cuyo pecho se cruzaban dos brazos. Luego estaba su cuello, su afilada mandíbula, sus gruesos labios, el lunar de su mejilla, esos ojos oscuros que lo miraban entrecerrados y el pelo negro y revuelto de alguien que se acaba de levantar de la cama. Hyukjae arqueó las cejas.

—Hola, lobito —le sonrió, levantándose de un salto.

Se acercó a darle un beso, pero el mayor lo esquivó y miró dentro del armario por encima de su hombro. Esperó que no distinguiera nada en la oscuridad, pero por la expresión seria en el rostro ajeno, supo que no había tenido tanta suerte.

—No puedes evitarlo, ¿verdad?

—¿Me creerás si te digo que tenía planeado ordenarlo después? —curvó una sonrisita.

La pantalla de su móvil se bloqueó, dando paso a una oscuridad que era interrumpida solo por la luminosidad que entraba por la ventana. Luminosidad suficiente para ver cómo Hyukjae meneaba la cabeza.

—Primero dime qué estabas buscando.

—Tus pantalones.

—¿Y no has encontrado mis pantalones en mi armario? —bufó, enfatizando los posesivos.

Donghae tomó los cordones de los pantalones de su prometido con ambas manos. Antes de que éste pudiera decir nada, añadió:

—Estos pantalones. Los que hacen juego con la camisa que no sé por qué no estás usando.

—¿Quieres decir la camisa que me has tirado a la cabeza?

—Exactamente esa.

—Bueno, a lo mejor sabía que cierto idiota iba a quererla.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora