Capítulo 6

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Donghae se detuvo frente a la puerta y apretó la cazadora en su puño. Había pensado en tirarla, en donarla, en guardársela, pero todas estas ideas le parecían demasiado descabelladas. Lo que debía hacer era devolvérsela a su dueño y olvidarse de aquella desastrosa noche. O al menos intentarlo como llevaba todo el día, sin éxito, perdiéndose en las palabras de los profesores, yéndose involuntariamente al hecho de que Hyukjae había desaparecido sin decirle nada. Pero no iba a reprochárselo. A él no le importaba lo que el otro quisiera hacer con su vida.

Llamó un par de veces con impaciencia. Si se mantenía diez minutos más con esa cazadora entre sus dedos, iba a terminar olviéndose loco. ¿Por qué era tan complicado encontrar a un hombre que fuese simpático, que estuviese bueno y que, además, le prestara su ropa para cubrirse del frío? Aunque Hyukjae tenía las dos últimas cosas, él sabía que lo último no había ocurrido con la intención deseada. Hyukjae no parecía el tipo de chico amable y cariñoso.

Hyukjae aparecía en su cabeza como alguien que tenía sexo desenfrenado durante toda la noche con una chica para luego no volver a saber de ella en su vida. Era un capullo.

Donghae abrió la boca, dispuesto a decirle que se olvidase de él, darle su cazadora y salir corriendo como un cobarde, cuando notó que la puerta comenzaba a ser abierta. Pero no fue Hyukjae quien apareció frente a sus ojos. Apretó los labios.

Una chica alta y delgada, vestida con nada más que una camiseta enorme, se apoyó en el marco y mostró una sonrisa.

—¿Necesitas algo?

No le sorprendió. No debía sorprenderle; estaba claro que Hyukjae había estado con ella. Posiblemente estaba dentro, fumando después de tener un orgasmo.

Le mostró la cazadora a la chica, intentando no fruncir el ceño y haciendo todo lo posible para que su voz no sonase irritada. El muy imbécil se podía pasar todo el día teniendo sexo y él parecía idiota luchando para no lanzarse a los brazos del primer chico que veía por la calle.

—¿Está Hyukjae?

—Está en el baño —ella sonrió aún más. Luego se relamió y tiró del cuello de la camisa, dejando ver una marca morada en su clavícula.

Donghae puso los ojos en blanco. No se veía capaz de soportarlo mucho más.

—Toma —estiró la mano hacia ella, que miró confundida la cazadora—. Es suya. Dile que he venido a devolvérsela.

—¿Y por qué no me lo dices tú?

Hyukjae apareció de repente detrás de ella, medio desnudo y sudado y con la marca de un pintalabios en su cuello. La chica dio un paso atrás para apoyarse en su pecho, como si fuesen pareja. Era imposible que el fotógrafo estuviese en una relación cuando la noche de antes se había pegado a su cuerpo tan lascivamente.

Chasqueó la lengua.

—Pensaba que estabas en el baño —dijo, cruzándose de brazos.

Hyukjae no se esmeró por disimular su repentino desagrado por la cercanía de la chica. La apartó suavemente, haciéndola a un lado con la mano que no había apoyado en el marco de la puerta.

—¿Por qué llevas mi camiseta? —le preguntó, haciendo una mueca con los labios.

—Pensé que te gustaría. Me queda bien, ¿verdad?

—Parece que llevas un saco. Quítatela y déjala donde estaba.

—¿Y si no quiero? —ella se puso de puntillas, intentando resultar intimidante. Era muy guapa. Aquella escena le habría parecido incluso romántica y divertida si Hyukjae no la hubiese mirado como se mira a una irritante mosca.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora