Capítulo 36

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Cerró un puño en el tiburón de peluche, sujetándolo con fuerza mientras rodeaba el cuello del mayor con ambos brazos. Pegado a la puerta de un cubículo cerrado, Donghae deslizó su lengua encima de la ajena. Hyukjae le apretó el trasero con ambas manos. Un agarre fuerte que amenazó con levantarlo del suelo, pero que simplemente lo dejó de puntillas por varios segundos y luego se quedó ahí con posesión.

No podían hacer nada en ese lavabo. Que se estuvieran besando de esa manera ya era demasiado. Y no era que aquella vez en el centro comercial hubiese estado permitido, sino que ahí había muchísimas más probabilidades de que entrase un niño o cualquier encargado del acuario. E incluso si eso no pasaba, las paredes y puertas de esos cubículos no sobrepasaban mucho sus cabezas ni llegaban del todo al suelo. Podrían verlos.

Podrían echarlos del acuario por algo tan tonto como esas ganas que tenían de devorarse el uno al otro.

Sobre todo las de Hyukjae, que lo había mirado fijamente desde de pellizcarle la mejilla y lo había arrastrado hasta esa embarazosa situación.

Aun así, cuando se separaron para respirar, no pudo hacer otra cosa que sonreír. Abrió los ojos para mirarlo, descubriendo que Hyukjae hacía lo mismo. El par de ojos negros lo observaron suavemente antes de bajar a sus labios. Donghae lo imitó, solo para admirar lo sensual que resultaba la boca ajena cuando se movía para hablar.

—¿Qué quieres hacer ahora?

Confuso, desvió su mirada al techo. Teniendo en cuenta que todavía sentía las manos de Hyukjae apretando sus nalgas, lo que realmente quería hacer era desnudarse y apretarlo entre sus muslos, pero no podía decir eso. Hyukjae se había gastado demasiado dinero en invitarlo. Hizo a un lado esos sentimientos de culpabilidad por haberle rogado que le comprase a Aguafiestas y volvió a mirarlo.

Ya que irse del acuario tan pronto resultaría un malgasto de dinero, Donghae decidió hacer de aquella la mejor cita de sus vidas. Hyukjae se lo iba a pasar tan bien que se olvidaría hasta de lo que significaba la palabra sarcasmo.

Le mostró su más adorable sonrisa.

—Salir de aquí —dijo.

Bajó los brazos de su cuello y buscó con la mano libre el picaporte de la puerta. Una vez girado, recordó que se abría hacia dentro y empujó a Hyukjae con el hocico del tiburón. Éste retrocedió sin replicar, aunque apartó a Aguafiestas en cuanto tuvo oportunidad. Salieron rápidamente después de eso. Mientras ellos atravesaban el umbral, un padre entraba con su hijo entre saltitos de felicidad. Contuvo un suspiro de alivio.

—Vamos a la zona de los delfines —comentó Hyukjae de pronto, echando a andar—. Quiero sacar algunas fotos allí.

Donghae no puso ninguna pega. Sin embargo, cierta parte de él se preguntaba si haciendo eso iban a tener realmente la mejor cita de sus vidas. Pero le encantaban los delfines. No recordaba haber visto nunca uno en la vida real y tenía muchísimas ganas de hacerlo. Se dejó llevar sin más.

Había oído a alguien decir una vez que los mejores planes eran los improvisados.

Avanzó para colocarse junto a Hyukjae. Todo eso no tenía sentido si permanecían separados.

—¿Tengo que posar o solo vas a sacar a los delfines?

—¿Tú qué crees?

Se encogió de hombros. Por la mañana que llevaban y el gusto de Hyukjae por sacarle fotografías todo el tiempo, supuso que era lo primero. Pero nunca se sabía. Quizás había cambiado repentinamente de opinión y quería fotografíar a esos adorables animales.

No hubo una clara respuesta durante el resto del camino. La zona de los delfines estaba llena de gente también, sobre todo de familias y de encargados del acuario que les daban de comer al otro lado de las vallas. Corrió hasta el primer hueco libre que vio, poniéndose de puntillas para poder ver aún mejor todo aquello.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora