Capítulo 63

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Cuando el móvil del mayor empezó a sonar por décima vez, Donghae estiró el brazo y lo tomó de la mesilla. ¿Quién diablos llamaba a esas horas? Miró la pantalla, sintiéndose momentáneamente cegado por su luz, hasta que pudo distinguir un número sobre el letrero de "llamada entrante". Dado que no ponía el nombre, supuso que no era alguien a quien Hyukjae quisiera tener en su lista de contactos. Pero ¿quién podía tener tanta necesidad de hablar con él como para llamarlo diez veces? Observó la larga cifra con curiosidad.

Y entonces, como si una de las bombillas LED se hubiera encendido sobre su cabeza, lo reconoció. Saltó en el colchón. Preso de la emoción, pasó el pulgar por la pantalla décimas de segundo después de que la persona hubiera colgado otra vez. ¡No podía creerlo!

La onceava llamada fue la definitiva. Arrastró el círculo verde con el corazón palpitando alegremente y se llevó el teléfono a la oreja mientras se sentaba con la espalda apoyada en el cabecero.

—¡Al fin! ¿Sabes lo que me cuesta una llamada desde Toronto? Espero que valga la pena o iré yo mismo a Alaska para descuartizarte, imbécil de pacotilla.

—¿Llamas a Hyuk para amenazarlo muy a menudo? No lo sabía...

Su risa resonó en la habitación, pero no despertó a Hyukjae, quien solo se deslizó hasta estar tumbado sobre su muslo. Aprovechó el momento y comenzó a acariciar sus marcadas facciones con lentitud.

—¿Qué? ¡Oh, Dios, Hae! ¡Hae, ¿eres tú?! ¿Cómo estás? ¡Oh Dios Santísimo! Estaba tan preocupado. Mi madre acaba de contármelo todo. No me lo puedo creer. ¡La dejaste plantada en el altar! Sé que debería estar enfadado porque me lo has ocultado (ya hablaremos de eso luego), pero es tan... tan...

—¿Impropio de mí? —torció el gesto. Delineó los gruesos labios muy despacio, de tal manera que terminó viendo cómo Hyukjae se los rascaba en sueños.

—No iba a decir eso, pero la verdad es que me ha sorprendido. Al principio he pensado que te habías casado con Jessica y, cuando mi madre me ha dicho que saliste corriendo, casi me da algo. El imbécil de mi compañero de cuarto está harto de mí. Suerte que no entienda coreano —soltó una malévola carcajada—. Y menos mal que te fuiste, porque se ha armado una por allí...

—¿En serio? —jadeó. Había sabido desde su salida de la iglesia que sus acciones iban a causar cierto revuelo, pero ¿tanto? ¿Cómo se había enterado exactamente la señora Cho? ¿Qué estaría haciendo su madre? ¿Y su padre?

—En serio —repitió. Solo tuvo que pensar un momento para poder imaginarlo asintiendo, totalmente satisfecho con la situación—. Tu familia es un caos ahora mismo. Primero, abandonas a tu prometida en el altar para irte a Alaska. Luego, tu hermano traspasa su bar a Cancún. Tu padre ha pedido el divorcio, y a saber lo que pasa con tu madre cuando firme los papeles. Y Jessica... —rió— Jessica está en un internado "para señoritas" de Londres. Su padre estaba harto, al parecer.

Tuvo que morderse el labio para no estallar en carcajadas. Era maravilloso. Cada frase, cada imagen que pasaba por su cabeza, cada risa que sonaba contra su oreja. Su mejor amigo no estaba enfadado con él por dejarlo fuera de sus problemas. No, él estaba contenta. Compartían felicidad.

—Mi madre no sabe dónde estoy, ¿verdad?

—Alaska es grande —respondió, solo para, inmediatamente, añadir—: Aunque no tanto como Canadá.

—No soy idiota, Kyu, ya lo sé.

Los dos se quedaron callados después de aquella frase. Puede que fuese un poco irónico, pero ambos sabían a qué se refería. Bien, había cometido la estupidez de confesarle a su madre que se iba a Alaska. Pero no que estaba en Ketchikan. ¿Acaso era ella tan inteligente como para encontrarlo allí? Y aunque lo fuera, ¿le daba miedo? Claro que no.

Inefable [EunHae +18]Where stories live. Discover now