Capítulo 38

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Se miró en el espejo sintiéndose la persona más sexi del planeta. Recién salido de la ducha y totalmente desnudo, a Donghae le dolían las caderas y el trasero, le temblaban las piernas, le picaba el torso y le palpitaba el corazón a toda velocidad. Observó su pelo mojado que le goteaba en todas direcciones. Cada una de las marcas que, menos en el cuello, lo pintaban deliciosamente desde la clavícula y los hombros hasta el interior de los muslos. Sus mejillas pintadas de rojo. Sus ojos brillando. Era incapaz de dejar de sonreír.

Había perdido la cuenta de todas las veces que lo habían hecho cuando se habían quedado dormidos en la cama antes de cenar.

Esa mañana había despertado solo en casa de Hyukjae, otra vez. Le había importado lo mismo que entonces; nada y mucho al mismo tiempo. Le gustaba esa sensación, saber que el mayor confiaba en él lo suficiente como para no despertarlo, echarlo de su casa y repetirle eso que ya no tenía sentido entre ellos dos. Sabía que Hyukjae nunca lo diría en voz alta, pero él estaba bien con eso.

Con el fotógrafo los hechos demostraban más que las palabras.

Tomó una toalla para secarse y se la enrolló en la cadera. Sacudió la cabeza con diversión para eliminar la humedad de su pelo, echándose a reír cuando volvió a mirarse en el espejo. Tenía que peinarse antes de que alguien pudiera verlo, aunque no le habría importado que Hyukjae estuviera con él, burlándose, llamándolo torpe, idiota o corderito. Riéndose con él. Y esa hermosa risa sonando contra su oído.

Suspiró. Sacudió la cabeza y se centró en su tarea: buscar un cepillo. Encima del lavamanos estaba el cepillo de dientes, la pasta, el enjuague bucal y el hilo dental. No le extrañaba que tuviera unos dientes tan perfectos. También había un bote de desodorante y uno de colonia que, con el labio bajo los dientes, usó. Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. Olía como Hyukjae.

Encontró el cepillo en un estante, junto a las cuchillas de afeitar, la espuma y el aftershave. Y se peinó mientras imaginaba al mayor saliendo de la ducha una mañana cualquiera, parándose justo donde él estaba, afeitándose. La afilada cuchilla contra su afilada mandíbula. Tomó aire. ¿Cómo era posible que acciones tan cotidianas le resultaran tan tentadoras?

El amor lo estaba volviendo loco.

Pero era un loco muy feliz.

Salió del baño al son de la primera canción que resonó en su cabeza. Aunque no podía ir rápido ni hacer movimientos bruscos o su parte baja se resentiría, su cabeza y su boca pronunciando palabras inexistentes en inglés hicieron todo el trabajo. Llegó a la habitación de Hyukjae en el estribillo, dio una vuelta sobre sí mismo y se enfrentó al armario con ojos entornados.

Lo abrió, encontrándolo todo perfectamente ordenado. Pensó en tener más cuidado que la última vez, pero si no se había ganado ninguna reprimenda entonces, había pocas probabilidades de que ocurriera en ese momento. Rebuscó tranquilamente entre la ropa de Hyukjae hasta encontrar algo que le gustara. Lo colocó como pudo y cerró. Luego le robó unos calzoncillos de la mesilla y se vistió.

Pantalones rotos, camiseta de tirantes y las gafas de sol encima de la cabeza, echando su flequillo hacia atrás. También había pensado en volver a ponerse solo esa camiseta enorme, pero no la había encontrado. Aun así, aquello le encantaba. El estilo de Hyukjae era increíble y que usaran prácticamente la misma talla alimentaba sus sentimientos.

La puerta de entrada se abrió en el mismo momento que Donghae decidió sentarse en la cama, por lo que se levantó literalmente de un salto para recibirlo. Frunció el ceño ante el dolor antes de echar a correr. Tiró del borde de la camiseta con nerviosismo, cogió aire y recorrió el pasillo con pasos tranquilos. Llegó al comedor con el corazón resonando entre sus sienes, sus pies arrastrándose tímidamente de camino al vestíbulo.

Inefable [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora